Recuerdo que por
aquellos años, Flammer era ya bastante conocido entre todos los lugares del
mundo, no sólo por los grandes avances en la magia que había logrado, sino
porque estaba siendo conocido como un mago tenebroso, uno muy cruel y
despiadado pero bastante inteligente que estaba usando la magia tenebrosa de un
modo nunca antes visto, ni siquiera por los grandes magos oscuros que le
precedieron. Y sin ser estrictamente tenebrosos, ni al mismísimo Albus
Dumbledore, se le hubiera ocurrido mejor, o fue así como lo citó El Profeta en
una de las ediciones que sacó cuando habló del señor Actecmer. Recuerdo también
que estaba muy polarizado respecto a su confianza, pues sólo tenía 4 amigos en
quienes depositaba toda su fe, los también conocidos magos tenebrosos Hada
Delacour, Herman DuMort, Anne Torres de Triskthan y Marian Targaryan, sin
embargo conforme comenzó a necesitar de más gente que le ayudara a poder acabar
con los enemigos que salían a cada momentos hasta por debajo de las piedras,
comenzó a tener más confianza en las demás personas, incluyéndome, fue por una
de estas razones que, durante una de las largas noches que pasé con él, me
contó cuando se reencontró con un antiguo ser mágica en extremo poderoso,
desconocido para muchos magos ingleses, y del que él, asegura, tuvo suerte de
conocer gracias a la estupidez de una chica y a la inteligencia de otra. Cuando
Actecmer me hablaba de alguna otra mujer con quien estuvo, se me hacía un nudo
en la panza y me hacía tener ganas de matarlo, sin embargo ahí estaba, con él,
escuchando su relato.
«Estaba ahí,
sentado una noche justo después de haber tenido una conversación frente a frente
con Harry Potter. Desde que estaba en Hogwarts, sabía que si había de cumplir
mi destino a cabalidad, el no podría vivir más, pues necesitaba su varita, y no
la horrible que usaba, sino la de sauco, que entre mito y mito, se sabía que él
era su dueño real, por lo tanto, cuando le hice saber que cuando tuviéramos que
batirnos en duelo, el sería quien moriría, aunque yo estaba seguro de todas mis
capacidades, hay un viejo dicho en México el cual dice “Sabe más el Diablo por
viejo que por diablo” y es verdad, aun cuando mi poder es casi ilimitado, el me
sigue ganando respecto a experiencia, un auror ya curtido que logró vencer, al
mago más poderoso de todos los tiempos, es de respetarse, razón por la que
llamé al Ifrit que hacía tantos años sólo me había cumplido un deseo.
“— ¿Qué es lo que quieres?— Dijo el ser, de una manera tan despreciable que incluso yo sentí asco por mí, pero sólo fue un momento, pues recordé que era de mi propiedad, pues él jamás supo cómo enfrentar a alguien tan inteligente pero que lo derrotó de una manera tan extremadamente simple.
—Hoy estarás a un paso más cerca de la libertad, pues como sabrás, sólo me quedan dos deseos, los cuales ya sé cómo usaré. Hace años, usé uno de los tres deseos apresándote a mí, para que no pudieras salir hasta que yo te llamara, y ha sido muy largo y difícil no hacerlo, pero ahora que lo hago lo haré simple y sencillo: Deseo tener una lista de 15 personas que hayan estado conmigo en Hogwarts, ya sea de misma generación o en cursos mayores o menores, sin contar a mis amigos Herman, Hada y Marian, que sean dignos de confianza y que estén dispuestos a entregarme su lealtad sin importar nada. —El Ifrit me miró confundido aquella vez, y después de unos segundos, apareció un viejo trozo de pergamino, el cual me entregó en la mano.
—Aquí está lo que habéis pedido; una lista de una decena y media de personas que sean dignas de confiar y que conozcas pues estudiaron en tu misma escuela.
—Muy bien. Ahora el tercero: Deseo que jamás vuelvas a estar a ordenes de nadie, que seas libre y puedas vagar por el mundo como te plazca, con la única condición de que jamás tomes represalia contra mi, mis amigos o con cualquier persona que lleve el apellido Actecmer. —Dije, pues sabía que al cumplir mis deseos, yo debería estar en su cofre en su lugar, me miró y vi como una luz morada brilló en sus ojos y desapareció. Jamás lo he vuelto a ver. Algún tiempo después, me enteré que estaba en Siria, causando algunos problemas a los muggles y que los magos de allá, trataron de detenerlo, claro, sin éxito alguno. Fue un tiempo bastante oscuro, debo admitir, en cuanto tuve lista, no dejamos de buscar a las personas que ahí estaban. Unas fueron fáciles de convencer, otros tuvieron su dificultad y bueno, sabemos que uno de ellos ha sido la peor de todas.» Me dijo mientras me volteaba a ver y rio. Aquellas noches con Flammer eran siempre incomparables. En sus ojos se veía la locura muy bien oculta, pero no de esa que te deja desvariando, sino de cuando puedes matar sin siquiera pestañear, la locura por poder y sed de sangre. Era un sádico, y yo lo sabía. Pero jamás me importó, pues aun cuando llegué a ser parte de las filas del ministerio, el me causaba intereses, jamás supe por qué, pero lo hacía, y cuando me uní a su causa, entendí que no era un mago tenebroso como todos lo decían, era sólo un mago bidimensional, aceptando siempre la unión entre ambos mundos, aprovechando todo lo que pudiera de ambos para jamás perder. Así lo aprendí, y así lo apliqué aun después de la Batalla de Hogwarts, la de Berlin, durante la batalla de la Boda, lo cual aún lo perdono, y tampoco Hada lo ha hecho, pero bueno, sólo él sabe que es lo que planea realmente con eso. Y cuando murió uno de sus amigos más cercanos, fue cuando lo vi von mayor furia y fuego en sus ojos, jamás, olvidaré esa mirada, y el tampoco; La cicatriz que aun adorna su mejilla es un recuerdo de la batalla, o como él lo menciona, su trofeo de guerra, claro, junto al ojo de Potter que aún conserva atado a su llavero. Muchas cosas han pasado desde aquella noche en que me contó su pequeño secreto de cómo logró juntar a todos quienes estuvimos a su lado, de muchos de sus secretos que he sabido, y sobre todo, el mayor y el que aún no hemos logrado resolver, pues jamás lo dijo y sigue sin hacerlo, ¿hay alguien más de apellido Actecmer? Pues su viejo amuleto familiar ha obtenido más poder, y él lo sabe mejor que nadie.
“— ¿Qué es lo que quieres?— Dijo el ser, de una manera tan despreciable que incluso yo sentí asco por mí, pero sólo fue un momento, pues recordé que era de mi propiedad, pues él jamás supo cómo enfrentar a alguien tan inteligente pero que lo derrotó de una manera tan extremadamente simple.
—Hoy estarás a un paso más cerca de la libertad, pues como sabrás, sólo me quedan dos deseos, los cuales ya sé cómo usaré. Hace años, usé uno de los tres deseos apresándote a mí, para que no pudieras salir hasta que yo te llamara, y ha sido muy largo y difícil no hacerlo, pero ahora que lo hago lo haré simple y sencillo: Deseo tener una lista de 15 personas que hayan estado conmigo en Hogwarts, ya sea de misma generación o en cursos mayores o menores, sin contar a mis amigos Herman, Hada y Marian, que sean dignos de confianza y que estén dispuestos a entregarme su lealtad sin importar nada. —El Ifrit me miró confundido aquella vez, y después de unos segundos, apareció un viejo trozo de pergamino, el cual me entregó en la mano.
—Aquí está lo que habéis pedido; una lista de una decena y media de personas que sean dignas de confiar y que conozcas pues estudiaron en tu misma escuela.
—Muy bien. Ahora el tercero: Deseo que jamás vuelvas a estar a ordenes de nadie, que seas libre y puedas vagar por el mundo como te plazca, con la única condición de que jamás tomes represalia contra mi, mis amigos o con cualquier persona que lleve el apellido Actecmer. —Dije, pues sabía que al cumplir mis deseos, yo debería estar en su cofre en su lugar, me miró y vi como una luz morada brilló en sus ojos y desapareció. Jamás lo he vuelto a ver. Algún tiempo después, me enteré que estaba en Siria, causando algunos problemas a los muggles y que los magos de allá, trataron de detenerlo, claro, sin éxito alguno. Fue un tiempo bastante oscuro, debo admitir, en cuanto tuve lista, no dejamos de buscar a las personas que ahí estaban. Unas fueron fáciles de convencer, otros tuvieron su dificultad y bueno, sabemos que uno de ellos ha sido la peor de todas.» Me dijo mientras me volteaba a ver y rio. Aquellas noches con Flammer eran siempre incomparables. En sus ojos se veía la locura muy bien oculta, pero no de esa que te deja desvariando, sino de cuando puedes matar sin siquiera pestañear, la locura por poder y sed de sangre. Era un sádico, y yo lo sabía. Pero jamás me importó, pues aun cuando llegué a ser parte de las filas del ministerio, el me causaba intereses, jamás supe por qué, pero lo hacía, y cuando me uní a su causa, entendí que no era un mago tenebroso como todos lo decían, era sólo un mago bidimensional, aceptando siempre la unión entre ambos mundos, aprovechando todo lo que pudiera de ambos para jamás perder. Así lo aprendí, y así lo apliqué aun después de la Batalla de Hogwarts, la de Berlin, durante la batalla de la Boda, lo cual aún lo perdono, y tampoco Hada lo ha hecho, pero bueno, sólo él sabe que es lo que planea realmente con eso. Y cuando murió uno de sus amigos más cercanos, fue cuando lo vi von mayor furia y fuego en sus ojos, jamás, olvidaré esa mirada, y el tampoco; La cicatriz que aun adorna su mejilla es un recuerdo de la batalla, o como él lo menciona, su trofeo de guerra, claro, junto al ojo de Potter que aún conserva atado a su llavero. Muchas cosas han pasado desde aquella noche en que me contó su pequeño secreto de cómo logró juntar a todos quienes estuvimos a su lado, de muchos de sus secretos que he sabido, y sobre todo, el mayor y el que aún no hemos logrado resolver, pues jamás lo dijo y sigue sin hacerlo, ¿hay alguien más de apellido Actecmer? Pues su viejo amuleto familiar ha obtenido más poder, y él lo sabe mejor que nadie.
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