domingo, 4 de octubre de 2015

Capítulo XXXII: Muggles con magia.



El día 5 de septiembre, una chica pelirroja de baja estatura identificada como Linda Lennon, entró una sucursal de HSBC para abrir una cuenta bancaria, donde fueron depositadas £10000. Se le tuvo que explicar el cómo funcionaría en el extranjero (comentó que estaba por viajar a México y necesitaba saber si ahí sería posible usar el plástico que le fue otorgado). Se le explicó todo lo que necesitaba saber, también se le ofreció una tarjeta de crédito para en la que le ofrecían asesoría legal en el extranjero y seguros. Linda, al no saber muy bien del tema y parecerle buena la oferta, aceptó el plástico ofrecido. A las 12 de la tarde, salió de la sucursal, tomó un taxi y llegó a un café en una plaza, donde 3 adolescentes le esperaban. Se dirigió al que claramente no era inglés. Estaba sentado tomando una taza de té.
— ¿Cómo te fue en tu primer acercamiento al mundo financiero muggle?—Preguntó  Flammer viendo a Hada, que se encontraba bastante irritada.
—Es horrible, ¿sabes? Eso de abrir cuentas bancarias es una pesadilla. Primero te piden mil documentos. Después no querían el pasaporte como identificación. Ya cuando lo confundí para que pensara que era un DNI, me cuestionó sobre el dinero y más preguntas. En fin, cuando ya había sido depositado y entregado todo, me hizo teclear un número de 4 dígitos que casi olvido y para finalizar me ofreció algo llamado tarjeta de crédito que no entendí muy bien cómo funciona. En fin, ya está todo listo para irnos a tu país.
—No, aun no. Todavía faltan 5 días y cosas por preparar, pero es bueno que lo primordial ya lo tenemos. Eso nos ayudará a mantener el dinero seguro. Necesitamos hacer reservaciones en hoteles en México. Quiero que vean el itinerario que usaremos:
Mientras aquí en Londres son las 12:30 de la tarde, allá son las 18:30, lo que significa que deberemos acostumbrarnos a 6 horas más. El avión saldrá a las 6:40 de la mañana y llegará al aeropuerto a las 18:30 horas, lo que significa que será de día pero para nosotros serán las 22:30 así que deberemos aguantar un par de horas hasta llegar al hotel. Podremos dormir, aunque estaba leyendo que es bueno dormir a la hora del país para comenzar a adaptarse. Estaremos en la Ciudad de México hasta el lunes que es cuando tomaremos avión rumbo a Guadalajara. Llegaremos a las 12 de la tarde e iremos directo al hotel. Desde ese lugar tendremos un lugar bastante céntrico para investigar todo lo que necesitemos. Sólo deberemos contratar un intérprete y un guía. Así como asesoría y un chofer para transpórtanos, pero no es problema, Hada, ¿cuánto límite te dieron en la tarjeta de crédito?
—Bueno, el banquero dijo que 15,000 euros aunque no le entendí bien a que se refería con eso.
—Con eso está más que perfecto para sobrevivir el tiempo que necesitemos estar en México, de igual manera creo que el ministerio mágico de allá es bastante ineficiente, o bueno, debe serlo, son un país tercermundista a fin de cuentas, lo que nos dará gran margen para usa la magia en caso de ser necesario y evitar bastantes problemas. Por lo pronto, recomiendo que vayamos a la biblioteca para investigar un poco sobre la cultura de allá y evitar sorpresas desagradables.
Cuando llegó el día 10 de septiembre, tuvieron que llegar al aeropuerto a las 04:30 de la mañana, en parte por protocolo de las leyes y reglamentos así como el de que Hada y Marian estaban nerviosas por la posibilidad de que el avión saliera antes de tiempo. Llegaron directo a documentar su equipaje que sólo eran 4 maletas, una por cada uno y una pequeña bolsa de mano, no más grande que una cartera de mujer, la cual les causó una serie de problemas al pasar por el detector de rayos X. La llevaba Flammer, pues él había puesto en ella un hechizo indetectable de expansión así como uno para que nadie más que el dueño pudiera sacar los objetos dentro el ella. Cuando pasó por inspección, los guardias que monitoreaban quedaron extremadamente sorprendidos al ver que dentro se llevaba dos botellas de vidrio, un fajo de efectivo, una caja de cigarrillos, 5 libros, 4 varas de madera y un cortaúñas. Cuando la abrieron, no encontraron absolutamente nada más que un simple mondadientes. Ese fue el primer problema, pues tuvieron que dar explicaciones del porque aparecía eso ahí, el cómo habían logrado crear una ilusión de doble fondo y que les garantizaba que no estaban transportando droga como cocaína a México. Si bien, esto les hizo perder una hora entera, al final, el guardia se comportó de una manera muy extraña hasta que dijo que todo estaba bien, que era un simple error de la máquina y los dejó pasar. Les indicaron el por donde estaba la puerta de abordaje del vuelo 1169/9710 con destino a México haciendo escala en Paris. Cuando estuvieron arriba se relajaron un poco hasta que comenzaron a despegar, que fue cuando, a quienes nunca les gustó el volar con escobas, o sea Marian y Flammer, comenzaron a ponerse nerviosos.
— Flam, pensé que ya habías viajado en avión. —Le dijo Hada mientras lo veía.
—Sí, lo hice, una vez, cuando no cumplía ni 10 años y no recordaba que esto fuera tan extremadamente traumático y peor aún, tan inseguro.
— ¿Por qué inseguro, cariño? —Preguntó Hada, claramente preocupada.
—Bueno, estaba leyendo en un sitio muggle, que tenemos un 80% de probabilidad de ser impactados por un rayo, 50 de caer en turbulencia y 5 de que un terrorista secuestre el avión y nos estrelle contra las montañas o en este caso el océano atlántico, donde también se forman ciertos fenómenos naturales que pueden hacer que caiga el avión.
—Sabes, Flammer. —Dijo Herman desde el asiento de atrás— Siempre supe que eras extremadamente inteligente, pero de verdad, estás actuando como un imbécil. Estás paranoico, no corremos ningún peligro, así que cállate y duérmete, es un largo viaje. Marian está también un poco nerviosa pero no anda diciendo tonterías, ¿de acuerdo? —Terminó de decir el chico y se dejó caer sobre el respaldo de su asiento. Mientras trataba de calmarse notó como un hombre que viajaba en delante de ellos, los observaba con la cámara frontal de su teléfono. Dejó de hacerlo cuando se dio cuenta que era observado por Flammer.
Fueron aproximadamente 18 horas de viaje (tuvieron que transbordar en el aeropuerto de Francia y esperar 4 horas el transbordo). Llegaron a las 19:00 a la Ciudad de México, donde pasaron nuevamente los filtros de seguridad. No tuvieron mayor problema ni con los guardias ni con las máquinas de rayos X. Tomaron su equipaje y Flammer le dio a cada uno las varitas. Caminaron a un módulo de información donde contrataron a un guía turístico que los ayudó a dar un paseo algo breve por la ciudad de México. Los llevó por el palacio de Bellas Artes y el al Zócalo capitalino, aunque no pudieron entrar a todos los museos que tiene la ciudad por razones de horario, sin embargo, tan impresionados quedaron con la visión que otorgaba la ciudad que prometieron volver en cuanto terminaran sus asuntos en Guadalajara. Regresaron al aeropuerto a las 3 de la madrugada, sentándose en la terminal a esperar el vuelo a Guadalajara que salía a las 5 de la mañana. Cuando lo abordaron, se tranquilizaron un poco pues el vuelo realmente peligroso había pasado ya y este sólo era de una hora y media. Al llegar a la Perla Tapatía1, Herman, quien resultó ser el más actualizado en temas de tecnología muggle, contrató un servicio de transporte privado por medio del celular. Este los condujo al hotel Riu. Fue aproximadamente dos horas de camino (tuvieron la suerte de toparse con el tráfico matutino que día con día  acongoja la carretera Chapala y la avenida Lázaro Cárdenas. Mientras eran transportados, en cierto punto donde la carretera tomaba el punto más elevado y libre pudieron tener una vista panorámica de la ciudad; edificios de gran tamaño adornaban el lado noroeste y del lado este, las torres de la catedral de Guadalajara, un par de templos entre más cosas. Se veía bastante claro, aun cuando la ciudad normalmente tenía índices contaminantes algo altos. Si bien les pareció normal el recorrido, ciertamente se queladaron boquiabiertos cuando en cierto vieron la estructura de un castillo medieval, que aunque realmente era pequeño y después entendieron que sólo era una edificio adorno, los confundió. Al llegar al hotel, se bajaron del auto y alquilaron 2 habitaciones en la última planta. Hada y Flammer fueron a una y Herman y Marian a la otra. Se encerraron y durmieron todo el día, no despertaron para nada, pasando la noche completamente tranquilos.
A la mañana siguiente, salieron a las 9 del hotel con rumbo al centro histórico de la ciudad, sólo con una bitácora, los celulares y un montón de intrigas sobre dónde encontrar la casa Actecmer. Tomaron nuevamente el servicio que usaron el día anterior, el cual los dejó en la avenida 16 de septiembre, en la plaza de armas frente al palacio municipal. Estando ahí caminaron un poco con dirección a Plaza de la liberación que se encontraba detrás de la catedral metropolitana y a un costado del palacio. Realmente estaban perdidos, así que siguieron con dirección al teatro degollado.
—Miren, chicos. El mapa dice que caminando 10 cuadras hacía la izquierda sobre la calle de Belén, podremos llegar a uno de los cementerios más tradicionales de la ciudad y donde supuestamente habitan fantasmas, ¿vamos? Podríamos encontrar algo, y sí de verdad hay muertos ahí, podremos preguntar. —Opinó Herman, siendo secundado por Flammer que no podía ocultar su emoción por estar en su ciudad natal. Y así lo hicieron, caminaron por la calle completamente recta hasta llegar a un jardín bastante bonito el cual se encontraba frente a una construcción amarilla y bastante antigua. —Es la escuela de medicina de la universidad local. —Dijo Herman sin dejar de ver el mapa. —A un lado está el panteón. En menos de 5 minutos debemos llegar. —Siguieron su camino hasta que sintieron un tirón extremadamente violento seguido de un par de sujetos en una motocicleta huyendo con la bolsa que llevaban. Tanto Herman como Flammer corrieron detrás de ellos,sin mucho éxito pues obviamente no los alcanzarían. Perfectamente sincronizados, sacaron la varita y dos rayos de luz roja salieron de las puntas, uno impactando en la rueda trasera, haciéndola explotar y el segundo en la cabeza del piloto, quien se desplomó haciendo que ambos quedaran tendidos en el suelo. Se acercaron rápidamente arrebatándoles la bolsa y dándoles una patada a cada uno.
—Bueno, eh ahí el cementerio de Belén. La reja está cerrada… ¿Hola, hay alguien? —Dijo Flammer mientras recuperaba el aliento. Un viejo se asomó en el enrejado junto a un policía.
Buenas, chavos, ¿qué pasa?
—Emm… Buenas tardes… [Ay güey…] ¿Podemos pasar?
Mira, mijo, el panteón no abre hasta las 6 y de todos modos hoy no hay recorridos nocturnos, sólo de viernes a domingo. Pero regresen mañana y chance y alcanzan lugar, ¿sale? —Dijo el policía, quien desde luego, no sabía inglés y no les entendía al español bastante malo de los 4 chicos. Se miraron Hada y Flammer, quienes en un movimiento bastante rápido, apuntaron con el dedo tanto al policía como al anciano, quienes abrieron la reja, los dejaron pasar y se sentaron ahí, sin más, a dormir.
—De verdad, no quería hacer eso, pero tampoco voy a esperar hasta las 6 de la tarde para venir y a ver si está abierto. —Dijo Hada, quien iba de la mano de Flam.
—En fin, busquemos si de verdad hay fantasmas aquí. —Caminaron durante un rato entre los pasillos sin ver nada sorprendente, hasta que llegaron a donde se encontraba lo que antes fue la rotonda de los hombres ilustres, que ahora no era más que el recuerdo de aquello. Entraron y pudieron ver un montón de tumbas, pero también tres fantasmas.
— ¿Hola…?
¡Miren, llegaron otros curiosos! ¿Creen que nos vean?
No lo sé, Antonio, aquí la pregunta es si nos podrán entender. Desde luego no son locales, se ven más bien como Sir Francis, ¿no es así, Franc?
Vamos, cállate, Cristobal, que bien sabes que hace años que no hablo inglés, pues por su culpa tuve que aprender el español.
—Bueno, para su sorpresa si los vemos y a lo poco que entendí, alguien aquí habla inglés. —Dijo Marian, haciendo que los 4 fantasmas voltearan. Aunque todos eran grises, todos tenían aspectos de europeos.
—Así es, muchachita, aunque aquí la cuestión no es saber si alguno habla inglés, sino el cómo nos logran ver. La gente prácticamente afirma vernos, pero están tan alejados de la realidad es evidente que jamás lo han hecho.
—Bueno—dijo Hada. —Nosotros podemos verlos porque somos magos. Yo soy Sophia Delacour, él es Herman DuMort, ella Marian Targaryan y Flammer Actecmer. Venimos de Inglaterra.
¿Qué te dicen, Francis? ¿Por qué nos pueden ver?
—Un momento, bella dama. —Dijo el fantasma angloparlante y se dio media vuelta hacía los otros dos espectros. —Son magos, imbécil. Son de Inglaterra así que hablan inglés. Hacía años no practicaba mi idioma. Me pregunto si serán de Hogwarts o ya habrán abierto otro instituto de magia.
—Bueno, creo que preguntó por Hogwarts. Sí, somos de ahí. Tanto Herman como yo somos Ravenclaw y Marian y Flammer son Slytherin, ¿usted estudió allí?
—Por supuesto. Yo nací en Liverpool en el año 1510. A los 17 salí de Hogwarts y viajé a España. Se hablaban maravillas sobre el nuevo mundo en ese tiempo, pero claro, los ibéricos tenían un monopolio total en las empresas náuticas, sin contar que en Europa la caza de brujas era atroz. Así que me embarque en el año 1527 rumbo al puerto de la Vera Cruz, lugar al que llegue en 1528. En el año 1530 viajé a la Ciudad de México, donde me hice amigo de Hernán Cortés. Años más tarde viajé con Nuño Beltrán hacía el occidente del país, donde libramos varias batallas con los nativos mientras tratábamos de asentarnos en un lugar seguro. Lo hicimos 3 veces, hasta que el 14 de febrero de 1542 fundamos Guadalajara, lugar en donde viví hasta mi muerte. El 15 de abril de 1645. Viví plenamente y mi casa no queda lejos de aquí, saben.
—Disculpe—dijo Flammer. —Usted dice que llegó aquí en los primeros años de la Nueva España, ¿conoció a la familia Actecmer? En específico a Frank Actemer.
—Mmm… Bueno, recuerdo que cuando yo llegué lo hice sin registro, razón por la que se consideró que De la Higuera fue el primer mago en entrar a La Nueva España. Él tenía una taberna muy pintoresca. Pero Actecmer… No recuerdo… Bueno, una vez conocí a uno, era francés. Bastante apuesto debo admitir pero siempre se inclinó por la magia oscura. No sé si sea ese del que hablas.
—Herman, ¿recuerdas si era francés el primero de mi familia que llegó aquí?
—Creo que sí… Sí.
—De hecho recuerdo que Binns dijo que habían estado en Tepic, Nayarit pero que en 1810 se movieron a Guadalajara.
¡Ah, 1810! El peor año para esta nueva nación que ha sufrido tanto. —Dijo el fantasma de Antonio. —Tanto que me esforcé por ayudar a la enferma y doliente población de la Nueva Galicia, pero han hecho de todo eso un desperfecto. Mi consuelo es ser poder estar junto a la obra que jamás pude ver.
—En todo caso, ¿saben dónde podría estar la casa que fue de los Actecmer y los Hillers?
¿Los Hillers? ¿Quién osa perturbar el descanso de un viejo fantasma con tan repudiado apellido? —Gritó el fantasma de Cristóbal, quien levantó cierto viento que se apaciguó de inmediato.
Vamos, Cristóbal, cálmate. Todos sabemos que son unos traidores, pero los chicos sólo preguntaron por su antigua casa. Ese que ves ahí, el moreno alto, es un Actecmer.
Pregúntale el que fue de su familia.
—Muchacho, aquí Don Cristobal de Oñate desea saber que fue de la antigua y poderosa familia Actecmer.
—Bueno, soy el último que queda. Aparentemente los Hillers los acabaron por completo, por esa razón estoy buscando la casa de mi familia, para aclarar muchas cosas.
Dice que están muertos. Que él es último.
¡Vaya! ¿Cómo demonios una familia tan poderosa fue destruida?
La conversación se prolongó durante horas, hasta que se dieron cuenta que debían salir. Se despidieron de Francis y de los demás fantasmas. Ya tenían un par de pistas que seguir; en primera, podría ir al Hospicio Cabañas, donde aparentemente se enseñó la educación mágica en antaño. También podrían buscar en la Barranca de Huentitan y en el cerro del 4. Eran ubicaciones posibles para la casa de los Actecmer, o de los Hillers. Regresaron al hotel, bastante cansados y sucios. Cada quien fue a la habitación designada, donde pasaron el resto de la noche, con bastante sueño, aun sin acostumbrarse del todo al cambio de horario. El siguiente día pintaba para ser pesado, así que decidieron sólo dormir y esperar encontrar más pistas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario