domingo, 13 de septiembre de 2015

Capítulo XXXI: Camino a casa.



La mañana del 31de agosto, un grupo de 4 adolescentes que apenas pasaban los 18 años y una joven de 20 años aproximadamente, entraron al aeropuerto internacional de Inglaterra comprando 4 boletos de clase turista para el aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Todo hubiera pasado perfectamente desapercibido de no ser que los muchachos pagaron las 6528 libras que les costaron los pasajes en efectivo. Eso, aunque no era ilegal pues cada quien llevaba su dinero, si levantó bastantes cejas, pues cantidades tan grandes solian ser compradas con tarjetas bancarias, sin embargo poco o nada importó a fin de cuentas. El vuelo era para el día 10 de septiembre a las 6 de la mañana. Otra de las cosas que levantó las miradas indiscretas es que llevaban en la pierna, como si de la funda de un arma se tratara, un par de varas de madera e iban vestidos de negro.
Un día antes…
Herman, Marian, Hada y Flammer se encontraban en el café Blackbird. Estaban en la mesa de hasta el fondo, donde habían puesto un hechizo muffliato para evitar ser oídos por las personas.
—Flammer, sabes que te estimo mucho —dijo Hada con un tono que alguien acababa de decir una idiotez —pero sencillamente considero una verdadera estupidez. Para empezar, no conoces México. Sí, viviste ahí, pero has pasado el resto de tu vida aquí. Jamás tuviste la suficiente madurez para estar más allá del lugar donde estabas. En segunda, el idioma te falla bastante y por lo que he oído, en ese país son bastante ignorantes en cuanto al inglés se refiere, y en tercera, ¿qué diablos? ¿Planeas irnos a perder a un asqueroso desierto tercermundista en busca de algo que posiblemente no exista? —Dijo Hada algo exaltada mientras daba un sorbo a su café.
—Hada tiene razón, Flam. —Dijo Marian. — ¿Qué tanta seguridad tenemos de que podamos encontrar lo que buscas ahí? Seamos honestos, han pasado más de 15 años, ¿crees que siga ahí?
—Sí, sé que es difícil de asimilar. Pero véanlo de este modo; Hada encontró lo que buscaba, la cueva de su padre. ¿Por qué no he de encontrar yo la historia de mi familia y saber de una vez por todas si es verdad la leyenda de la fortuna que dejaron? Puedo ser el último heredero de aquella antigua casa, y de ser así, podré obtener los poderes increíbles que me dieron en el regalo de navidad hace años. —Dijo Flammer bastante calmado mientras tomaba té.
—Saben, yo apoyo a Flam. Digo, sí, suena como a una locura viajar a un país desconocido, donde no tenemos idea de absolutamente nada y peor aún, donde su cultura mágica es tan extraña que incluso cae en lo peligrosa, pero puede ser bastante beneficioso, o sea, ¿qué tan seguido puedes ser experto en tantas artes mágicas de diferentes regiones a tal punto de que nadie pueda vencerte? —Dijo Herman examinando la situación.
—Bueno, supongamos que aceptamos, ¿cómo iríamos hasta allá? — Preguntó Hada. —Ubicas que un translador internacional es sumamente caro y peor, ni siquiera sabemos si México tenga ministerio mágico y como traten a los extranjeros.
—Bueno, ya pensé en eso también, y es una solución tan lógica y sencilla que simple y sencillamente nunca se le ocurriría a nadie de nuestra clase… ¡Aviones!
— ¿Aviones? —Preguntaron al unísono.
—Exactamente. Un medio de transporte muggle aéreo. No son precisamente lo mismo que un translador pero son bastante rápido, relativamente hablando.
—De acuerdo, suponiendo que vamos en esas cosas, ¿cómo las pagaremos? No podemos llegar a una estación muggle de aviones y pagar con galeones. —Dijo Hada de manera sarcástica.
—Lo sé. Pero bueno, somos magos y los mejores que ha visto esta generación. Podríamos falsificar dinero muggle de manera tan sencilla que me impresiona que no hayan pensado en eso. Ya investigue. En dinero muggle londinense, el pasaje cuesta 1632 libras por cada uno. Ese dinero sinceramente es demasiado, pero no importa. En una hora tendremos suficiente para comprar los pasajes más otros 4000 extras que tengamos estaremos listos para salir. Llevaremos el dinero en bolsas con extensiones indetectables, pues transportar tanto dinero es ilegal o nos podría atraer bastantes problemas. Cada uno tendrá 1000 para su disposición lo cual equivale a aproximadamente 26,000 pesos mexicanos, que para el tiempo que estaremos allá serán bastante. Ahora, si se nos acaba el dinero sólo necesitaremos tener una existencia de cada billete que usan y listo. Una vez estando allá, contactaremos a un intérprete muggle y que nos dé un recorrido por la ciudad de México, pues nuestro siguiente vuelo saldrá 9 horas, rumbo a la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Ahí es donde el profesor Binns me explicó que se asentó mi familia. No sé cuánto tiempo estaremos ahí, al menos yo, que no tengo intenciones de regresar a Londres hasta no encontrar lo que desee. Si ustedes desean irse, será aceptado, no tendré problemas. ¿Alguna duda con el plan?
—Sí, —dijo Hada. — ¿Dónde nos quedaremos mientras encontramos la casa?
— En un hotel, obvio. He investigado bastante la ciudad de Guadalajara y créeme, México no es el país tercermundista que todos piensan. Obvio nada que ver con Reino Unido, Alemania o Estados Unidos, pero es bastante decente. ¿Alguna otra duda? —Dijo el chico y el resto se quedó callado. Estaban pensativos. Realmente era un plan medianamente decente.
—Sí, yo. ¿Cómo pasaremos fronteras sin pasaporte? —Preguntó Herman.
—Bueno, eso no es problema. —Sonrió Flammer y metiendo la mano al bolsillo de su chaqueta sacó 4 pequeños cuadernillos con la palabra Passport. Les dio una mirada rápida a la vez que los entregaba a cada uno. Los examinaron y no pudieron evitar reír como sentirse un poco indignados.
—Flammer, ¿cómo diablos conseguiste estos? Obviamente son falsos. ¡Carajo! Me pusiste Marian McCartney —Dijo Marian, quien entre risa y enojo se pronunció en contra.
—Bueno, ¿recuerdan hace 6 días que me les perdí y regresé hasta la tarde? Bueno, fui a hacerle una visita al consulado mexicano para que me diera los pasaportes. Sí, son falsos, en extremo, pero son tan auténticos que pasaran todas las pruebas. Sus huellas digitales están ahí, son las de ustedes. Sus fotos y firma, todo. Ahora, sólo bastara un confundus en caso de que se pongan duros los de migración.
—Mira, cariño. —Dijo Hada de manera seria. —Esta idea es buena, pero los pasaportes son tan… ¡Idiotas! ¡Me pusiste Linda! ¡Dios! De verdad que a veces no entiendo muy bien que pasa por tu cabeza.
—Bueno, Hada, tú tienes suerte. Yo soy George Harrstone… Obviamente nada tiene que ver con The Beatles, ¿eh Flammer? —Intervino Herman, quien estaba bastante estresado también.
—Chicos, por favor. ¿Creen que sus nombres están jodidos? Yo soy Ringo Startert, ¿saben lo humillante que es eso? [No más que Linda Lennon] —Terminó de decir Flammer siendo interrumpido por Hada.
—Muy bien. Imaginemos que pasemos con estas… cosas. ¿Sólo caminaremos por una ciudad peligrosa y desconocida? —Interrogó Marian.
—Claro que no. Tendremos guías e iremos a cambiar el dinero. Sólo necesito que apoyen. Les juro que si todo sale bien, daremos el gran paso.
— ¿Gran paso? ¿De qué rayos hablas? —Dijo Herman.
—Sí, pasaremos de ser un simple par de graduados a una leyenda total. Podremos gobernar el mundo mágico. ¡La Familia sería una realidad! Y mejor aún, se hablará de nosotros incluso años después de morir. Más grandes que el mismo Voldemort.

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