jueves, 21 de febrero de 2019

Capítulo LXIII: El “Telegrama” Zimmermann


Estamos jodidos. Se repetía una y otra vez La Ministro de Magia Hermione Granger, quien apenas unas horas atrás se había enterado de la fuga masiva de Azkaban, liderada por los recién llegados Flammer Actecmer y Hada Delacour y orquestada desde dentro. Su imagen estaría por los suelos una vez que todo saliera en el Profeta. Su carrera se iría a la basura junto a la credibilidad que durante años tardó en construir. Y peor aún, sabía que esta vez por más Harry Potter que saliera a hablar en su defensa, les creerían. Todo estaba jodido y ella lo sabía mejor que nadie. Su cabeza era un mar de angustias y preocupaciones el cual fue interrumpido por la gárgola parlante que le avisó que Harry Potter, Ronald Weasley y Percival Cassez, quien fungía como Jefe del departamento de Misterios. Hermione acomodó su cabello justo unos segundos antes de que la boca aquella gárgola se abriera lo suficiente para que los tres adultos salieran de ella, se saludaron sin decir nada y se sentaron una mesa pequeña. 
—Es curioso. —Dijo Cassez, mirando a su alrededor. —Durante muchos años escuché el mito de esta sala, incluso entre el departamento de misterios, esto es un misterio. Y para ser honesto, odio tener que estar aquí.
—Todos lo odiamos, Percival. —Dijo Hermione, quien seguía tensa y con evidente aspecto de preocupación. —Pero si los he reunido es por algo e incluso tú mismo, me dijiste que tenías información extremadamente preocupante, ¿no es así?
—En efecto. Pero primero hable usted Ministra, pues lo mío es necesario digerirse para no ser tan escandaloso.
—Gracias…—Hermione tomó su varita y comenzó a salir de la punta alguna imágenes. — Hace apenas unas horas, recibimos un llamado de auxilio que venía de Azkaban. Como sabran, Flammer Actecmer y Hada Delacour, los criminales más peligrosos de este siglo y posiblemente, en la historia de Inglaterra, escaparon mediante la utilización de magia y maldiciones. Varios guardias murieron y de los 659 reos que guardaba la prisión, 550 escaparon junto a ellos y lo que es peor, la directora de la prisión, Pansy Parkinson, fue secuestrada pues no se encontró rastro de ella y no se ha puesto en contacto con nadie y tampoco se ha logrado localizar. Estamos haciendo todo lo posible para que no salga a la luz, pero como parte de nuestros principios anti censura, es solo cuestión de tiempo para que comiencen a investigar y todo se de a conocer. Es por eso que los cite aquí; necesitamos tomar acciones rápido, y dado los sucesos, pienso que lo mejor es declarar un Estado de Guerra.
— ¿Un Estado de Guerra? Hermione, eso es una locura. —Protestó Ron en voz algo elevada. — Se perfectamente que son tiempos muy difíciles, pero de eso a pensar que debemos llegar a esos extremos, es muy diferente. Ni siquiera en tiempos de Voldemort el ministerio lo declaró.
—Es cierto, Ron, el ministerio jamás declaró un Estado de Guerra y ve lo que sucedió: Sirius, Cedric, Fred, Tonks, Lupin, Ojo Loco y otros miembros de la orden, muertes que se pudieron evitar si el ministerio hubiera actuado oportunamente.
—Harry, es que esto no es lo mismo que con Voldemort…
—Weasley tiene razón. —Dijo Cassez en voz alta. —Es peor, mucho peor. Desde años seguimos la pista de Actecmer y Delacour para saber sus actividades, la magia que han desarrollado, su pensamiento, alianzas, prácticamente todo lo que nos ponga en desventaja a nosotros, y debo decirles que es más que suficiente para preocuparnos. Sin embargo podríamos haber dejado pasar en alto todo eso, pues aunque era ilegal tampoco era tan grave, sin embargo, hace 45 días fue enviado un mensaje encriptado de tal forma que nos fue casi imposible de descifrar, pues estaba escrito en un sistema muggle bastante complicado. Cuando mis hombres logaron por fin leer el contenido del mensaje, se dieron cuenta que era una invitación que Flammer Actecmer estaba haciendo a Petrov Korkvsky, primer ministro ruso para unirse a su causa, la cual explica a grandes rasgos “La recuperación del mundo para sus dueños reales” y en otro mensaje que también logramos intervenir, invita al Presidente Muggle de los Estados Unidos de América a una reunión personal para “discutir temas de mutuo interés, tanto económico como militar para ambas naciones”. Considerando que el presidente muggle lo mande al diablo, aun debemos preocuparnos de los rusos, pues desde que se firmó el Tratado de Varsovia, no han sido de lo más amigables del mundo, y siendo que les hemos impuestas demasiadas sanciones, estarán interesados en unirse a ellos, sin contar que Flammer les ha prometido recuperarles Ucrania y Siberia, puntos bastante útiles para ellos y que desde nuestra perspectiva de intereses no debemos permiterles tener.
— Entonces, ¿qué haremos? —Harry preguntó mientras miraba fijamente a Hermione, quien estaba analizando parte por parte la información recién dicha.
—Por ahora no es prudente declarar un Estado de Guerra, considerando que tal vez Rusia no sea nuestro aliado. Debemos ser cautelosos con lo que sale en la prensa y lo que no, ahora más que nunca, es cuando se tiene que tener cuidado.
—En ese caso, ministra, permítame hacerle una recomendación: Es sólo cuestión de tiempo antes que se descubra lo que pasó en Azkaban, y una vez que eso salga a la luz, será inevitable que comiencen a ser formuladas preguntas. Y todos los aquí presentes sabemos perfectamente quien es experta en ese asunto de no solo descubrir cosas, sino de volverlas más escandalosa de lo que realmente son.
— Rita Skeeter. —Dijo Harry, quien frunció el ceño, como si recordara ciertas cosas a causa de ese nombre.
—En efecto. Y para ser honestos, una vez que descubra esto, será navidad para ella de tan grave que lo pintara. Eso, junto a que tiene una legión de seguidores estúpidos que creen en todo lo que ella les diga… bueno, tengan por seguro que ahí sí será su fin. Aunque hay gente inteligente que sabe que lo único que ella vende es amarillismo y sensacionalismo, incluso hay varios miembros del Wizengamot que le creen ciegamente.
— ¿Y qué propones? No podemos prohibir que sea publicada. —Dijo Hermione, no del todo convencida.
—Ministra, usted vivió en la Guerra contra Voldemort, sabe perfectamente de que lado se puede poner ella con tal de vender. Y considerando los hechos, en cuanto descubra la fuga y si por alguna razón es arpía se entera de los mensajes interceptados… bueno… desde mi punto de vista y siendo objetivos, lo mejor que podríamos hacer con ella es liquidarla.
— ¿¡Qué!? —Ron y Harry se escandalizaron. Una cosa era neutralizar a un enemigo del Estado en algun operativo y otra era que el mismo Estado propusiera asesinar a alguien por el simple hecho de no congeniar con sus ideas. —¡Eso sí que no! —Gritó Potter. —Eso va contra todo lo que hemos luchado y construido durante tantos años. Es represión en su estado más puro y desde luego Hermione no lo aprobara, ¿verdad? —Hermione estaba callada, pensativa. Su mirada algo perdida.
—Adelante. Desaparezcan hasta su último hueso. —Las palabras de la Ministra penetraron los oídos de Harry y Ron, quienes se quedaron mudos, sin creer lo que acababa de decir. —Y mantengan todo esto en el mayor hermetismo posible. No quiero nada de filtraciones a la prensa. Busquen a Actecmer hasta por debajo de las piedras. Manden espías a Rusia, Alemania, Estados Unidos y a México. No debemos dejar cabos sueltos. Estamos en guerra, aunque nadie más lo sepa.
Hada estaba recostada, tenía un paño húmedo en la frente. Flammer se encontraba a su lado, tomando su mano firmemente. Llevaba ya 2 días con fiebre algo alta. Según había dicho el sanador era normal, pues era parte de los efectos secundarios de la poción abortiva. Sin embargo, tanto Flammer como Marian y Herman se encontraban preocupados. Se encontraban lejos de la civilización, en una pequeña isla del Atlántico Norte, además de estar rodeados de 550 criminales que escaparon con ellos. Si los cálculos eran correctos en tan solo 10 minutos más, la fiebre debía desaparecer y con ello iniciar un ligero sangrado con el cual se iría también el embrión. Estaban todos en silencio. La decisión de realizar el aborto fue un acuerdo entre todos, pues comentaban que no podían arriesgarse en este punto, que un bebé no era factible. Y tanto Flammer como Hada no deseaban hijos de ninguna forma, por lo que secuestraron un sanador de San Mungo y a su familia para que elaborara una poción abortiva de manera correcta. Muchos dirían, años después, que fue una decisión difícil, pero la realidad fue que no, para ellos fue tan simple como decidir entre desayunar hot cakes o waffles.
Habían pasado 2 horas desde que el sangrado se detuvo. Todo había vuelto a normalidad. Estaban platicando los cuatro cuando un pájaro pequeño, de una cola alargada y hermosa entró por la ventana, con una nota enrollada en la pata. Herman la tomó y leyó.
—“Estimado señor Actecmer” que educados son estos rusos. —Sonrió y siguió leyendo. —“después de analizar detenidamente su propuesta, hemos decidido aceptar los términos que nos plantea. Nuestros aliados en Alemania e Italia también han decidido participar. También me es oportuno decirle, que nosotros colaboramos de forma muy estrecha con el gobierno muggle de nuestro país, por lo que están dispuestos a ayudarnos con todo su poder militar (el cual es verdaderamente tenebroso y preocupante pues puede destruir la tierra al menos 5 veces) con la condición de que una vez ganada la guerra, ellos deben hacerse con el dominio de al menos una tercera parte de Estados Unidos y Asía. Sin más por ahora, espero su respuesta.” Bueno, la respuesta llegó tarde, peor lo hizo. ¿Ahora qué? —Preguntó Herman, volviendo a sentarse.
—Ahora, nos toca dejar un pequeño regalo en el callejón Diagon y conseguir 550 varitas nuevas. Nuestros nuevos miembros se impacientan. —Hada hizo un gesto con la mano. Flammer sonrió y junto a Marian, salieron del cuarto y antes de desparecer de la isla, tomaron una bolsa de tela con una enorme A escrita y tomaron rumbo al Callejón Diagon. Desde luego, se habían vuelto tan cínicos que no les importaba si alguien los veía aparecer de la nada. Sin embargo esa ocasión fue diferente, pues entraron con total lujo de fuerza y una magia tan desmedida a las tiendas de varitas, saqueando la mayor cantidad posible y dejando la bolsa que tomaron en la isla tirada frente a Gringotts. Solo fueron necesarias 3 horas para que la prensa se llenara de tres noticias que enloquecieron al mundo mágico y llenaron los principales centros mágicos de protestar: el secuestro, tortura, asesinato y abandono de los restos de la Directora de Azkaban, Pansy Parkinson, la fuga de 550 reos de alta peligrosidad de Azkaban y la desaparición de Rita Skeeter. Fue en ese momento, en esa conferencia de prensa y ante la presión mediatica que recibió el gobierno, que la Ministra Hermione Granger declaró un Estado de Guerra contra la organización terrorista liderada por Flammer Actecmer, Hada Delacour, Herman DuMort y Marian
Targaryan, considerados por el gobierno, como la amenaza más peligrosa desde los días de Voldemort.

No hay comentarios:

Publicar un comentario