La serpiente que se formó en el cielo, se convirtió en
una enorme masa de fuego manteniendo su forma de reptil, la cual voló directo
hacía las protecciones mágicas que tenía el castillo chocando fuertemente y
causando un retumbo ensordecedor que hizo a todos empuñar más fuertes nuestras
varitas esperando el siguiente ataque, sin embargo, como si de un material
infinito se tratara, el fuego en vez de extinguirse, siguió durante un minuto
más. Flammer, quien mantenía la varita en alto, orquestando el movimiento de su
hechizo, la hizo girar dos veces sobre su cabeza, la dejó estática apuntando al
cielo y de un golpe seco la bajó, haciendo que el fuego se elevara y nuevamente
se estrellara contra el escudo de la escuela, hasta que un sonido similar al de
un vidrio roto se escuchó por todos lados y la primera línea de defensa del
castillo quedó destruida.
—Conocen su trabajo. —Se escuchó la voz de Flammer resonar en el lugar. —Empiecen.
Yo iba junto a Flammer y un pequeño grupo de 10 dementores. Realmente el
único objetivo de estos seres era que nadie se nos acercara más de lo debido,
pues teníamos un solo objetivo ante tal asedio; secuestrar a Albus Potter y
Scorpius Malfoy. Flammer nos había dicho que era de vital importancia hacer que
una de las familias de sangre pura más respetable se viera víctima de la guerra
en la que no quisieron participar y a su vez se vieran involucrados por parte
de las generaciones más jóvenes, así generaría empatía por parte de la sociedad
y apoyo de las víctimas. Y pensaba lo mismo sobre el hijo de los Potter; sería
un golpe directo a su credibilidad si su hijo menor, un Slytherin se unía a uno
de los magos tenebrosos más peligrosos de todos los tiempos. Era por eso que
entre él y yo, iríamos por sus hijos a la sala común de la que fue nuestra
casa. Gracias a que atacamos de una manera completamente desprevenida, no los
pudieron evacuar en su totalidad. Así, entramos a través de la reja con cerdos
alados a los lados, directo hacía el castillo. A nuestro paso, no nos topamos
con resistencia ahí, sino un sinfín de hechizos y maldiciones que nos caían los
cuales Flammer, a la cabeza, los bloqueaba con una facilidad asombrosa, siendo
que eran directo de varios profesores y alumnos mayores. —Conocen su trabajo. —Se escuchó la voz de Flammer resonar en el lugar. —Empiecen.
—Marian, cuando pasemos el patio, sería buena idea de que uses esa asombrosa herencia tuya para avanzar más rápido e irnos antes de lo planeado.
—Sería mejor al llegar a las mazmorras. Podremos ahorrar más tiempo así.
—Sí lo pensé, pero puede que hayan armado algo decente en el acueducto o en el patio principal, por eso es preferible ahí. En todo caso, y de que no haya nada, en las mazmorras sí sería mejor.
—De acuerdo—Le contesté a Flammer, quien con un ágil movimiento de la varita, aturdió a varios estudiantes de 7mo y 6to curso, dejándolos tendidos en el suelo y pasando encima de ellos mientras 3 dementores se lanzaron directo a sus caras. Seguimos caminando, seguidos ahora por 7 de esas horrendas criaturas y un momento después, se volvieron a unir las otras 3. Cuando llegamos al patio principal, una enorme comitiva estaba ahí, entre alumnos, profesores y aurores recién llegados por parte del ministerio, quienes comenzaron a atacarnos. Con un patronus en forma de rinoceronte, salió de la barricada que se levantaba defendiendo el castillo y todos los dementores se alejaron, dejándome a mi y a Flammer solos, espalda contra espalda deteniendo y desviando hechizos.
—Marian, rápido, ve al punto asignado, yo te alcanzaré en un momento más, quiero encargarme de ellos personalmente.
—De acuerdo, te veré ahí en un rato más. —Con un grito, una llamarada de fuego salió de mi boca, haciendo retroceder a los defensores, logrando colarme tras sus filas e ir hacia donde se me había dicho. Durante mi camino y viendo de manera rápida hacia atrás, vi como Actecmer lanzaba un rayo verde que se estrelló directo en un auror y otro negro que dio en el pecho del profesor de Estudios Muggles a quien no conocía. Cuando volví la vista enfrente, un grupo de estudiantes, trató de detenerme, sin embargo con un encantamiento escudo hice rebotar sus hechizos y cayeron inconscientes. Seguí corriendo hasta llegar a la mazmorra donde el silencio era total, hasta toparme frente a la entrada de la sala común. Me quedé parada, pensando en cual podría ser la contraseña cuando llegó Flammer con un pequeño rasguño y la túnica rota.
—Ese Longbotton es más diestro de lo que esperaba, a él le debo rasguño, pero bueno, ya no darán problemas por ahora. Y bien, ¿qué esperas?
— ¿Recuerdas lo que nos dijeron? Que si entrabamos por la fuerza a la sala común sería un simple armario de escobas. Bueno, no tenemos la contraseña y no podemos arriesgarnos.
— ¡Diablos! Es verdad… Bueno, normalmente las contraseñas tienen que ver con cosas relacionadas meramente a la magia… veamos…. Dragón, sangre de dragón, sangre limpia, pureza, basilisco, sagrados veintiocho…—Cuando pronunció la última frase, se materializó la entrada a nuestra sala común. Me sonrió y ambos entramos. Estaba llena de estudiantes que se mantenían a la expectativa de lo que ocurría afuera y al vernos pasar, comprendieron que no iban ganando ellos. — ¿Dónde está Malfoy y Potter? —Preguntó autoritariamente Flammer, sin embargo, gracias a los chillidos de los asustados estudiantes, no obtuvo respuesta alguna. Con la varita en alto y con calma en su rostro, hizo aparecer dos gruesas serpientes que se enrollaron alrededor de un joven de primer año. —Hagan fácil esto. No tengo ningún problema en matarlos de uno en uno, así que respondan, ¿dónde está Malfoy y Potter?
—Subieron… —Contestó una chica rubia de quinto año que dejaba relucir en el pecho la insignia de prefecto.
— ¿Ah así? ¿Y a dónde subieron? —Las serpientes se quitaron del niño y fueron directo a la chica, repitiendo de lo mismo de hacía unos segundos.
— ¡Fueron al Gran Comedor! —Gritó un chico que parecía ser de 3er grado. —Los escuché cuando dijeron que irían a ser parte de la defensa del castillo. Subieron junto a otros 20 alumnos de 7mo grado. —El chico, muerto de miedo, se mantuvo firme mientras Flammer caminaba hacia él. El niño no cambió su postura.
—Eres inteligente por decir la verdad. Y tu información se agradece demasiado, ¿cuál es tu nombre?
—Steve Bones.
— ¿Bones? Vaya, y yo que pensaba que se habían acabado. Bien, Steve, cuando finalices tu educación, ven a buscarme, estoy seguro que habrá un buen puesto para ti en nuestras filas. —Flammer le sonrió y se dio la vuelta. Ambos salimos directo al Gran Comedor, donde se estaba desarrollando una cruenta guerra. Herman, Bella y Hada luchaban junto a sus soldados, cada quien desde su flanco. Yo me uní a la lucha, pues supe que Flam iría directo a buscar a los chicos, y así lo hizo; comenzó a andar entre todos, mientras las maldiciones iban y venían sin ton ni son entre los alumnos y nuestros seguidores. Así estuvimos un buen rato hasta que un cuervo de fuego voló por todo el salón, de cuyo pico salía la voz de Actecmer.
—Cumplido. Regresen. —dicho esto, Hada, cuyas alas había extendido y estaba abatiendo para repeler hechizos, protegió la retirada total de nuestras fuerzas quienes corrían para salir de los terrenos de Hogwarts y desaparecer sin más. Cuando llegamos todos, Flammer quien nos estaba esperando de pie a dos chicos enredados en serpientes, uno rubio y el otro de cabello negro, nos sonrió y desapareció, dejando detrás de él, un castillo con varios pedazos caídos y una ruina impresionante.
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