martes, 2 de agosto de 2016

Capítulo XLII: La batalla de San Mungo.



— ¡Harry!— Dijo uno de los aurores que estaban a cargo de Potter, que llegó corriendo, agitado y con los ojos como platos —Tenemos un completo problema en San Mungo.
— ¿Que pasa? — Preguntó el jefe del departamento de seguridad mágica. Se encontraba organizando los guardias que debería brindarle al recién llegado desde México, un miembro de una antigua familia mágica americana que ahora se encontraba en desgracia y a punto de morir. Organizaba todo eso cuando el muchacho irrumpió en su oficina.
— Hubo un ataque en San Mungo. Logramos huir dos aurores, o eso parece, pero murieron los extranjeros que vinieron. Fue horrible, señor. No logramos hacer nada. —Terminó de hablar, con la voz temblorosa y ojos en llanto.
— ¿Pero que diablos? ¿Quién fue el responsable, capaz de asesinar a tantos magos aun con aurores cerca? — Preguntó Potter, quien mandó una serie de patronus para avisar a los aurores y al resto del departamento que deberían ir al Hospital Mágico.
— Flammer Actecmer, señor. No estaba muerto como lo creímos. Está de vuelta y esta vez es más peligroso que antes. Ha logrado dominar la magia sin varita. Mató a los Hillers sólo con los dedos... Aun sigo confundido por el hecho. —Terminó de decir el joven miembro del ministerio. Harry se quedó callado unos momentos.
—Muchacho, regresa a casa junto a tres aurores mas y no salgas hasta que yo vaya personalmente. Estamos ante un peligro bastante grande. Trataremos de recuperar San Mungo, pero no puedes ir. Vamos, ve a casa y cuida a tu familia. —Dijo Harry, quien terminó de lanzar los hechizos y salió en dirección al vestíbulo. Iba vestido con una túnica color rubí. Sus anteojos redondos y el cabello desordenado. Subió los pisos necesarios del ascensor y al llegar a su destino, notó que todos los que había solicitado ya estaban ahí.
—Bien, como sabrán no es necesario explicar a qué vamos. Acabamos de recibir información de que hubo un ataque en San Mungo y debemos repelerlo, con órdenes de ejecución/captura contra Flammer Actecmer y sus aliados. Debemos tener cuidado, pues según los reportes, es capaz de hacer magia sin su varita, así que no se confíen en caso de que lo desarmen, puede seguir siendo peligroso. Ya tenemos a un escuadrón de 20 aurores en la entrada del hospital. Dentro de un minuto entraran y  seguido iremos nosotros. No tenemos idea de con cuantos lucharemos, pero estamos preparados. —Dijo Harry a un poco mas de 50 personas, donde su amigo de infancia y escuela, Ronald Weasleyse encontraba vestido con una túnica negra y varita en mano. Todos los magos asintieron, Harry y Ron se miraron, sonrieron y desaparecieron del vestíbulo.
Apenas unos segundos después, media centena de personas apareció a las afueras del hospital mágico. El lugar estaba rodeado para evitar que muggles pasaran y poner en riesgo el secretísimo y la vida de personas inocentes. Todos estaban nerviosos, esperando a entrar; con varita en mano y un sudor frío, sabían que aunque no eran muchos contra quienes iban a combatir, eran bastante peligrosos, sobre todo Hada Delacour y Flammer Actecmer, dos posibles magos tenebrosos o en su lugar, un par de dementes poderosos y con aires de grandeza. Harry y Ron, que se encontraban al frente buscando dar moral de combate a la gente, dieron la orden de entrar y divididos en dos grupos, llegaron hasta el maniquí de la entrada, al cual silenciaron y entraron a las instalaciones. Al momento de pasar notaron que estaba todo en silencio, como si todo estuviera abandonado, lo cual desde ese momento estaba mal. Sin perder la formación, comenzaron a revisar pasillo a pasillo y habitación por habitación en busca de las personas a quienes debían detener, sin embargo nada encontraron por su paso, hasta que llegaron a un pasillo que sólo tenía un doble a la izquierda siendo el ultimo del complejo. Harry, evitando tener que hacer un derramamiento de sangre innecesario, pegó su varita a la garganta amplificando su voz.
—Señor Actecmer, se encuentra rodeado. El edificio tiene suficientes aurores como para matarlo si todos usamos simples hechizos aturdidores. Es mejor que se entregue en estos momentos, pues cuenta con una orden de ejecución/captura. Toda gota de sangre mágica derramada hoy ya es lamentable, por favor, ambos podemos evitarlo. —Dijo Potter, sin esperar realmente que algo fuera a pasar, sin embargo unos momentos después obtuvo su contestación.
—Escúchame, Harry; si hoy logra capturarme, prometo revelar todos los secretos sobre la magia que he descubierto. Ahora, si me mata, mi novia, la señorita Hada Delacour será quien les cuente todo, claro, si lo logran—Dijo Flammer, terminando con una risa burlona, lo cual irritó a todos los ahí presentes. Harry hizo una señal para que en el momento dado, un grupo de aurores lanzarán aturdidores, desarmadores y demás encantamientos que sirvieran para detenerlo. A su segundo movimiento, 10 aurores comenzaron a atacar con lo establecido, sin embargo de nada sirvió, pues apenas unos momentos del ataque, un rayo de luz verde impactó directo en el ojo de unos de los agentes del ministerio, haciéndolo caer pesadamente sobre el piso. Todos se miraron sorprendidos, pero poco o nada les sirvió, pues solo unos segundos después, un segundo rayo de luz dio en el pecho de una chica que iba en la misión. Los aurores comenzaron a retroceder para ganar terreno. Harry, Ron, Xavier Allan y Bella Black, se refugiaron tras el mismo cuarto, esperando que los rayos iniciales no les impactaran. Vieron como un montón de rayos más tumbaban a sus fuerzas hasta que todos estuvieron refugiados. Así pasaron unos segundos, de total terror hasta que vieron a 5 jóvenes caminar por los pasillos del complejo como si fueran visitantes normales. 3 eran chichas y dos hombres. Todos tenían ya una mirada fría y congelada, cada uno a su manera, sin embargo ahí estaba, pero como dicen; los ojos son el espejo del alma, demostrando que ellos ya la habían dejado morir hace mucho, cual flor sin regar, muerta, pero la mantuvieron. Caminaban todos detrás de la chica que se veía mayor a todos; una delgada pelirroja de baja estatura, de increíble belleza y con una sonrisa tan tétrica que helaría la sangre al auror más experimentado, como lo hizo con Harry Potter. Esta mujer llevaba extendida dos alas transparentes, tan bellas como las de un hada, irradiando luz y sirviendo de escudo y reflejante contra los hechizos y maldiciones que los aurores mandaban. Justo detrás de ella, un joven delgado y de una estatura promedio, de piel morena clara y ojos cafés, los cuales parecían que se tornaban negros cada que sonreía, empuñaba la varita, lanzando maldiciones con tan perfecta puntería que lo único que evitaba que dieran en todos los blancos a donde miraba, era que lograban moverse o aparecer algo que sirviera de escudo. Llevaba puesta una camisa blanca y traje negro, como si fuera alguien que trabajaba para algún tipo de servicio secreto, claro, considerando que estaba dentro de una de las organizaciones más secretas del mundo, la mágica, no se estaba muy equivocado del todo. Flanqueando su lado izquierdo y derecho estaba un muchacho pálido y un poco más alto que el, portando unos pantalones de mezclilla azules, botas casuales y una camisa a cuadros. Por el otro lado estaba una chica vestida también de pantalón de mezclilla y una blusa negra con un diseño de banda de rock impreso, con unos ojos similares a los de una serpiente. Detrás de ella caminaba otra mujer, esta iba vestida con una túnica negra, llevaba el cabello suelto, el cual volaba detrás por todo el viento que producía la ya no batalla, sino ataque de un solo lado. Harry Potter y las fuerzas del ministerio estaban retrocediendo a cada paso que sus enemigos daban, pues ya no lograban mantener terreno. Y en intentos de defenderse y atacar, terminaron por salir decenas de patronus de diferentes animales, algunos sólo bolas de luz, pero todos elevándose al cielo, buscando pedir ayuda pues aunque ya bastante tarde, entendieron que no lograrían acabar con ellos, aun cuando sólo eran 5 personas. Y mientras trataban de soportar el mayor tiempo posible las maldiciones que les caían, comenzaron a llegar desde los pasillos un sinfín de aurores para combatir el ataque, y no sólo estos magos entrenados, la noticia corrió tan rápido que incluso magos adultos ajenos al ministerio llegaron a ayudar y a evitar que las bajas siguieran siendo mayores, sirviendo aparentemente, pues lograron generar tal fuerza de ataque, que los muchachos tuvieron que detenerse, limitándose a repeler toda la fuerza que les lanzaban. Ahora eran ellos quienes retrocedían, sin embargo se les dificultaba más, pues todos los pasillos y habitaciones ya habían sido tomados por las fuerzas de Potter. Siendo atacados por todos lados y sin ningún tipo de ayuda, los 5 chicos tomaron una formación en círculo. Hada ocultó sus alas y ahora sólo se protegían por su varita. Sin embargo todos las habían guardado y levantado las manos como si adoptaran una posición de rendimiento. Los hechizos dejaron de hacer frente y todo quedó en relativa calma por unos momentos.
—Por favor, tiren las varitas al suelo. Evitemos más muertes. —Dijo Harry Potter, quien se había puesto al frente flanqueado por Ron Weasley, Bella Black y Xavier Allan. —Si se entregan ahora se les hará un juicio justo. —Terminó de decir, esperando una respuesta, sin embargo quedaron callados, aun con las manos levantadas y sin decir una sola palabra. Poco a poco fueron bajándola, poniendo a todos nuevamente en una forma de ataque casi inmediata. Flammer mantenía la vista fija en Potter, quien cada vez se podía notar más su nerviosismo ante lo desconocido que estaba por pasar.
—Escúchame, Potter. Aun tienes tiempo de rendirte tú y evitar lo que va a pasar. Yo sólo he venido a arreglar un par de cuentas pendientes que tenía con un antiguo enemigo de mi familia, y ya lo he hecho. Si bien, te detesto, no deseo matarte ahora, pues sería demasiado rápido y fácil, así que tienes exactos 10 segundos para que todas tus tropas se retiren antes de que sientan el verdadero fuego del dragón. Uno…—Dijo Flam, a quien sus ojos comenzaban a tornarse más oscuros de lo usual. Muchos de los magos voluntarios comenzaron a desaparecer para no arriesgar su vida, o por temor a represalias futuras.
— ¡Aurores no abandonen o serán condenados como desertores! —Gritó Harry, ante la mirada de temor de sus filas, logrando mantener a todos los agentes, pero perdiendo a casi en su totalidad de voluntarios.
—Dos…—Dijo, en manera de conteo el chico atacante. Desde sus filas, la tranquilidad era evidente, sólo los agentes del orden se mantenían nerviosos.
—Tres…—Hermione Granger que acababa de entrar se encontraba horrorizada ante la visión del Hospital Mágico destruido y un par de muertos, el cómo se ocupaba una gran cantidad de aurores para contener a 5 muchachos.
—Seis…—Seguían sin moverse, de ningún lado. Actecmer y sus amigos se mantenían tranquilos, sin embargo Marian comenzaba a mostrarse más sonriente de lo normal.
 —Ocho…—Lo único que se podía esperar era realmente lo peor, y aun así no se sabía que podría ser, lo cual era aun más horrible que todo lo imaginable.
—Diez…—Dijo el chico, finalizando la cuenta, y junto a Hada, levantando sus manos como si elevaran una barrera invisible, rotaron el circulo para que Marian quedara frente a ellos. La chica en ese momento dejó escapar una llamarada de más de 10 metros que calcinó a todo lo que encontró a su paso, humanos y muebles. Continuaron rotando, de modo que el fuego lograra dar un giro de 360°. Los hechizos para tratar de detenerlos eran inservibles, pues se había levantado una barrera mágica tan poderosa que no dejaba penetrar a ninguno. Y como si el fuego no fuera lo suficientemente malo, Marian dejó salir un par de impresionantes alas verdes escamosas tal cual las de un dragón, aleteándolas con el fin de destruir todo lo que tocaran. Y así fue durante un par de minutos, hasta que las llamas cesaron junto al aleteo. Cuando la última lengua de fuego se apagó, lo único que quedó fue un terrible humo negro que nublaba la vista, como si se hubiera usado un polvo de oscuridad peruana. Tardó un par de minutos en que todo se disipara y cuando al fin lo hizo, el ambiente no fue menos desolador; todo lo que el fuego tocó ahora eran simples cenizas. Huesos, muebles, camas, vidrios, pared, todo había desaparecido. Y entre toda la negrura de lo quemado un sinfín de hechizos y maldiciones volvieron a salir. Harry Potter estaba ahí, sin embargo Xavier y Bella ya no se encontraban. Hermione Granger también había desaparecido y en su lugar, estaba un Ron Weasley bastante furioso atacando con todas sus fuerzas. Los chicos se limitaron a detener todo lo que les lanzaban, bastante tranquilos como si nada hubiera pasado. Y mientras seguían avanzando, Herman lanzaba bolas de fuego explosivas a las paredes y a los magos, abriendo grandes hoyos por donde comenzaron a pasar para salir de ahí. Hasta en uno de dichos agujeros, un rayo de luz verde impacto directamente en el pecho del chico, haciéndolo caer al suelo completamente inmóvil y con un rostro de impresión total. Sus amigos no hicieron nada y continuaron atacando, quedándose ahí, atacando. Flammer en un momento lanzó un cruciatus a la persona que estaba detrás de la maldición asesina, una chica que estuvo con el en Hogwarts, incluso en casa, Bella Black, pero que jamás se hablaron o prestó atención, siendo mutuo este sentimiento. Mientras Flammer se mantenía completamente callado, escuchando gritar a la chica, Hada detenía todo ataque que les lanzaban. Marian y Anne por su parte, comenzaron a lanzar cientos de maldiciones asesinar a diestra y siniestra, sin importar a quien daban. Esta visión duró no más de un minuto, hasta que el chico que acababa de ser asesinado movió los ojos y con algo de pesadez se levantó del suelo, ante la mirada incrédula de quienes lograron observar. Actecmer dejó de torturar a su compañera de generación, quien se quedó tendida en el suelo, con cara de horror y respirando difícilmente.
—Flammer… Juro que un día te haré lo mismo para que sepas lo horrible que es morir y más así. —Dijo Herman serio, seguido de una risa leve de todos, y lanzando un par de hechizos más, abrieron boquetes hasta llegar a una pared de ladrillos, la cual al ser explotada, dejó un espacio entre el hospital y la calle muggle. Los chicos salieron, mientras eran tratados de aturdir ya para este instante. Los muggles que caminaban quedaron completamente impresionados ante lo que veían, pues cientos de personas salían de una vieja tienda que había estado abandonada, corriendo, con varas de madera en la mano y lanzando cientos de luces a un puñado de jóvenes. Incluso los policías que ahí estaban no supieron cómo reaccionar ante dicho panorama. Flammer tomo a todos sus amigos y desaparecieron de ahí, dejando a todos los del ministerio llenos de rabia, confusión y estrés. Harry Potter, al contrario, sus ojos mostraban temor y completa preocupación. No se movió y tardó en reaccionar y entender lo que pasaba.
—Lleven a los heridos rápidamente al ministerio. Busquen sanadores tanto voluntarios como de carrera… Y traten de borrar la memoria a la mayor cantidad de muggles. —Dijo el Niño que Vivió segundos antes de que un halo de luz blanca llegara hasta sus pies, transformándose en una lechuza. «El ministerio acaba de ser atacado. El ministro muggle fue raptado y tenemos un potencial peligro tanto para nuestro mundo como para el no mágico. Puede que ser la amenaza de forma paralela más grave de todos los tiempos.» Harry, al escuchar esto, no perdió más tiempo y desapareció.
En medio de un bosque aparecieron 5 chicos, quienes estaban agitados y con una sonrisa burlona.
—De verdad, que estudiar un poco de ciencia muggle ha sido la mejor idea de todos los tiempos. —Dijo Flammer riendo, tumbándose al suelo.
—Oh sí, desde luego. Tenía mis dudas inicialmente, pero con el trabajo de mi loco padre, la ayuda de ese viejo doctor y la sangre de nuestra hermosa y poderosa amiga Marian, ahora no sólo podemos aspirar a todo lo de esta tierra, sino también a la inmortalidad. —Dijo Hada, parada, sacando una caja de cigarrillos y extendiendo uno a todos, excepto a Marian que era la única que no fumaba.
—Aún hay mucho que perfeccionar, pero esta primer batalla de prueba fue más que exitosa. Tenía mis dudas realmente y fue doloroso recibir de lleno la maldición e incluso por unos momentos pensé que no serviría, pero cuando regresé a mi mismo, supe que todo estaría bien. Aunque diablos, como duele. —Dijo Herman, quitándose la camisa mostrando el lugar donde impactó el rayo verde, lugar donde se mostraba un color extremadamente rojo.
—Bueno, el lado positivo es que sólo deja el rastro como si nos hubieran disparado llevando un chaleco antibalas. Y el mejor lado es que ahora no hay nada que nos detenga, ni la muerte misma. —Dijo Flammer, bastante excitado por la emoción.
—Claro, todo es muy bueno, pero les recuerdo que me lo deben a mi y a mi sangre. —Dijo Marian, con una leve sonrisa y casi riendo. —De otro modo nuestro bello Herman estaría muerto.
—Desde luego no lo olvidamos, así como tampoco olvidaremos jamás esto —Flammer caminó hacía Anne, quien aun recuperaba el aliento mientras fumaba. —Una verdadera prueba de lealtad y valor. Anne, ahora es todo una de nosotros, y por lo tanto tendrá derecho a todo nuestro círculo. —Sonrió Flammer, pasando un dedo por su brazo, haciéndole una cortada la cual comenzó a formar una A. —Una vez dentro, es hasta morir por el paso del tiempo, pues jamás nada acabará con nosotros. —Todos rieron y volvieron a desaparecer.
Harry Potter acababa de llegar al ministerio de magia, el cual estaba en llamas, literalmente, pues se acaba de suscitar un ataque a las instalaciones. Apenar arribó, un sinfín de personas se acercaron. Le aseguraron que nadie había muerto, pero que el ministro muggle había sido raptado por un grupo de magos desconocidos. Cuando Harry preguntó su había sido Actecmer, Delacour, DuMort o alguno de sus amigos, todos negaron y afirmaron que había sido un grupo muy desorganizado pero poderoso que logró burlar toda la protección, entrar sin causar disturbios y sólo lanzar el ataque antes de irse. Harry, a partir de ese momento y minutos antes, sabía que todo acabaría mal y que si sus principales enemigos para este momento habían logrado idear una forma de no morir aun más poderosa que un horrocrux, es porque estaban completamente dispuestos a todos y más allá de lo que pudiera. No sabía que iba a pasar después, pero estaba seguro que una hecatombe estaba por comenzar.

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