miércoles, 26 de agosto de 2015

Capítulo XXIX: Sangre torcida.


[Nota del autor: Una disculpa por la exagerada tardanza de este capítulo. Es un poco breve, sí, pues entre escuela, trabajo y una casi nula vida social no he podido publicar del todo. De hecho tengo otros proyectos casi abandonados también, pero como le prometí a una amiga venezolana (en quien está inspírado el personaje de Hada) que no abandonaría el fic, si no lo terminaría y que publicaría el capitulo para que estuviera listo cuando ella despertara, aquí está. No haré spoiler, pero es bueno que sepan que apartir de este momento, la temática será un poco mas cruda, fría e incluso en el momento debido, tendrá algo de contenido sexual. Sin mas, disfruten]

Hada regresó al finalizar ese año escolar. No lo avisó a nadie, ni siquiera a Flammer. Sólo llegó a su casa y se quedó ahí. Sin embargo, sus amigos sabían que estaría ya de vuelta por lo que fueron a visitarla en cuanto bajaron del tren. Ella los recibió con alegría, pero sin exagerar. Todos notaron que desde luego, algo había cambiado en ella. Su mirada se notaba triste y distante, enfada y con un misterio nuevo que acababa de adquirir, pero no le preguntaron. De hecho, ellos hablaron más que nada sobre todo lo que había pasado en la escuela, la noticia del Ifrit y más cosas. Todo fue bastante tranquilo, hasta que decidieron irse cada quien a casa. Flammer, cuyos padres estaban de vacaciones pues habían ganado un viaje a Rio de Janeiro, le dijo que si la acompañaba esa noche. Hada, gustosa, aceptó.
 —Veamos, Hada, ¿qué fue lo que pasó en ese viaje? Has llegado bastante cambiada. Nunca fuiste muy alegre, pero ahora pareces un funeral. Has estado tan callada que me sorprende. Ya se fueron ellos dos. Dime que fue lo que pasó.
—No lo entenderías, Flam, es algo muy complicado de explicar.
—Entonces no expliques, cuenta. Detalle a detalle. Sabes que tú y yo hemos desarrollado una conexión mental tal grande no necesitamos de la oclumancia para saber que piensa el otro. No sé qué es lo que pasa, pero estoy seguro que algo hay, y prefiero que me digas a las buenas a tener que hechizarte para que me confieses a la mala. —En ese momento, cuando Flammer dijo esas palabras, Hada subió un poco la mirada y se abalanzó contra él, poniendo su dedo en la garganta.
—Mira, mocoso idiota. Lo que haya pasado no es asunto tuyo, no es de nada más que mío, así que si quieres hacerme un favor y cerrar la boca te lo agradeceré, a menos que quieras ver como corto tu cuello de tajo a tajo. —Contestó la chica viéndolo con un par de ojos tan llenos de furia que incluso al muchacho le sorprendió ver a su novia así. Tratando de aparentar tranquilidad, él la sujeto de la cintura y la sometió contra el piso tomándola por las muñecas.
—Mira, Hada, no importa que tanto hayas mejorado, no podrás ganarme, pues también he estado practicando mis dotes mágicos, así que tú decides, dices por la buena, o por la mala. —Mirándola desafiantemente, Actecmer estuvo sometiéndola durante un rato hasta que ella, con lágrimas en los ojos, habló.
—Tengo una hermana… Bueno, media hermana realmente. Se llama Lilium. Es hija de mi padre con otra hada. La conocí durante el viaje. —Flammer la soltó, ella se sentó sobre el sofá y continuó hablando. —En cierta ocasión, cuando logré encontrar el lugar donde mi padre hacía sus experimentos, un grupo de hadas, trolls, centauros y demás criaturas me apresaron, quitaron la varita y me llevaron a lo profundo del bosque. Desde luego no hice magia para no alertarlos y tener más posibilidades de asesinarlos y escapar, pero se esfumaron cuando me dieron de beber algo muy parecido al veritaserum. Me preguntaron mi nombre y de donde venía. Por qué conocía esa ubicación, donde estaba Grinza y que hacía ahí. Desde luego no pude mentir. Les conté todo. Sobre mí, mi madre, mi casa y Hogwarts, sobre ti, Herman y Marian. Si no hubiera sido por esa poción que fue la que dio fe a mis respuestas, estaría muerta, pues también me quitó momentáneamente mi fuerza mágica. Cuando les dije que Arthur Delacour era mi padre, comenzaron a susurrar entre ellos. «¿Cómo que eres hija de ese bastardo?» me preguntaron e interrogaron por 7 días seguidos. Sobreviví a base de agua y frutas silvestres. Fue horrible, Flammer. Cuando les dije todo lo que podría decir, me llevaron aún más profundo, a una comunidad donde viven hadas. Ahí me recuperé, pues me trataron muy bien. Me dieron de beber y comer, vestido y me devolvieron la varita. Tardé un mes en poder recuperar mis poderes mágicos, y aun así estaban muy débiles. Apenas si podía hacer un simple lumus. Me dijeron que estaría ahí tanto tiempo como necesitara para recuperarme al 100%. Me fui de la comunidad dos meses antes de regresar a Londres. Les dije que revisaría ese laboratorio, que sólo quería saber el que hacía mi padre ahí. Ellas, algo frustradas e indignadas me dijeron que lo único que hacía Arthur dentro era pervertir seres, destruir todo lo que la gran Hada Blanca de la Vida les daba y hacerse creer un dios o creador a voluntad. Cuando les dije que me explicaran mandaron a llamar a Lilium. Es dos años mayor que yo. Me dijo que ella también es hija de mi padre, pero que prefiere vivir lejos de todo el daño que los hombres podemos causar y ser una tranquila y sedentaria criatura lejos de los ojos de malvados muggles o magos. Les dije que agradecía su hospitalidad, pero que eso no cambiaría mi idea de ir hacía allá. Desde luego se enojaron y yo me fui. Cuando el sol estaba en su punto máximo yo partí y llegué al anochecer. Acampé afuera y puse los hechizos protectores más fuertes que me permití hacer. La noche pasó tranquila y descansé por primera vez desde que estaba con las aladas, como les dicen las otras criaturas. Cuando el alba llegó, entré al laboratorio que para mi sorpresa seguía abierto. Y estando ahí…—Hada se detuvo un momento y vio a Flammer a los ojos. Estaban cristalinos y rotos. —Fue… horrible… no puedo decirlo… por eso quiero que lo veas. —Y urgando su bolsillo, sacó un pequeño frasco con un líquido plateado. —Madre tiene un pensadero en el sótano… Vamos. —Y levantándose, tomó al chico de la mano y lo guió hasta el lugar donde una pequeña vasija de plata con grabados se encontraba sobre una mesa de cristal negro. Vació el contenido de la botella y juntos metieron la cabeza. Las sombras comenzaron a tomar formas hasta ser espectros de luz que evolucionaron a figuras bastante claras. El lugar parecía una mazmorra moderna. A Flammer lo primero que le recordó fue a la morgue de un hospital forense, pero al ver la sangre en las paredes, los mosaicos de baratos y una camilla de acero inoxidable, no pudo evitar pensar y recordar una película que vio de niño llamada Saw que relataba los juegos de muerte que hacía un ingeniero con sus víctimas. En las vitrinas del laboratorio del padre de Hada había fetos de todo tipo de criaturas. Centauros, hadas, duendes, gnomos, elfos, tritones, gigantes, trolls y demás. Incluso había hibridos ahí con leyendas tan espantosas que entendió por qué su novia decidió mejor que lo viera. «Muerto al insertar injerto de Troll. Muerto al fusionar ADN de Hada y Elfo. Muerto al tercer día de evolución. Hada y Gigante no compatibles.» y así se extendían por más y más etiquetas en diferentes frascos con cada vez peores atrocidades que sólo dejaban ver lo peor del humano. Sin embargo, entre uno de esos, Flammer notó uno que era alentador «En evolución. Humano con ADN seleccionado de gigante para resistencia mágica, compatible». Todo se volvió oscuro en ese momento y salieron ambos.
— ¿Lo viste, verdad?
—Sí, eso creo. Ese laboratorio… más que experimentos mágicos parecen ser el lugar de trabajo de farmacéuticos, biólogos y demás especialidades muggles.
—Lo sé. Y eso no es todo, vamos a mi habitación, debes ver algo. —Ambos subieron de nuevo, pero no sin antes hacer perder los recuerdos para siempre. Al llegar, Hada sacó de un cajón donde guardaba ropa íntima, una libreta ya vieja.
—Son viejas anotaciones de mi padre. Encontré esto ahí también. Quiero que lo observes y me digas que es. Tú tienes más conocimiento que yo en esa área. —Extendió hacia Flam el objeto, este lo tomó y comenzó a analizarlo. Quedando en silencio, callado y con la mirada fija.
—Hada… Esto es… [¿Extraño?] ¡Oro puro!
— ¿Por qué?
—Nos da la solución a lo que me he planteado en secreto durante tanto tiempo. El humano, aunque es poderoso, es tan frágil que cualquier hechizo pude herirle, pero si tuviera un escudo natural, como la piel de gigante, eso se solucionaría. El problema es que los semigigantes son brutos, es aquí cuando entra la teoría de tu padre, que sabía debíamos usar tecnología muggle para esto. Extraer ADN de gigantes y combinar con el de humano, que es compatible.
—Sabes que no entiendo, ¿verdad?
—Ven, vamos a la biblioteca donde te podré explicar todo esto a detalle. —Dijo Flammer pero antes de salir de la habitación la puerta se cerró y en un parpadeo tuvo a Hada frente a él.
—No irás a ningún lado… No aun. —Y tomándolo del cuello lo tumbó en la cama y quedando frente a frente tomó sus muñecas. —Ni creas que olvido lo que me hiciste hace un momento. —Dijo acercando su boca a su cuello, el cual mordió de manera un tanto agresiva para regresar la mirada a sus ojos. —Ahora es mi turno. —Y soltando por un momento extremadamente breve, puso un muffliato a toda la habitación.

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