viernes, 10 de abril de 2015

Capítulo VII: La encomienda



—Buenas noches, profesor. —Dijo Flammer. —Esperamos no importunar.
— ¿Quiénes son ustedes? ¿Saben los problemas que se pueden generar por esto? Es una ruptura completa a la naturaleza humana sobre la vida y la muerte.
— ¿Por qué? —Dijo Hada—No es nada malo. Solo usamos el poder de la vida para incluso renegar a los muertos.
—Ese es el problema, señorita. Muchas cosas pueden pasar al crear hoyos dimensionales que afecten la continuidad de la naturaleza. Sólo la muerte decide [—reliquias— se escuchó de Herman] si de verdad es necesario crear estas conexiones y puentes, o si sólo podremos soñar con una directa relación.
—Sin embargo, la muerte nos habló y nos comentó que hiciéramos esto. Que habláramos con usted, pues según ella, nos puede y debe ayudar. —Comentó Flammer quien trataba de mantener la calma ante la situación.
— ¿La muerte, dices? Me gustaría que me contaras más a detalle, ya que, siendo ustedes aun un trio de niños, dudo que esa figura mágica tan de antaño y mística les encomendara algo.
—Es que no fue en si la muerte, sino una persona muerta, que me habló en este mismo lugar hace un par de semanas. —Dijo el chico de Slytherin tratando de sonar convincente para lograr llegar al objetivo.
— ¿Ah, sí? ¿Y quién fue exactamente esa persona? —Preguntó el anciano profesor con el tono calmado y amable que tanto lo caracterizó en vida, pero, que, a Flammer y a Hada ye les comenzaba a desesperar y a hacer odiar.
—Fue… mi madre. Se llamaba Hilda Actecmer, esposa de…
—Eiven Actecmer. —Dijo Albus quien cambió su mirada profunda y serena a una de impresión y preocupación. —Así que, ¿murió? — terminó de decir el antiguo ex director.
—Sí, el mismo año que nací. Realmente nunca la conocí hasta hace poco que vine a este claro para explorar un poco del bosque y pensando en ella, apareció, tal y como usted lo acaba de hacer. Hablé un poco con ella y no volví, hasta el día de navidad cuando me regalaron esto —dijo mostrando el collar que le entregaron en navidad— y al regresar para preguntarle, me dijo que hablara con usted. Que me podría ayudar.
—Cierto. Te puedo ayudar, más no sé si deba. Mi promesa fue ayudar a la familia Actecmer contra la guerra que desarrollaban con los Hillers, pero…
— ¡Pero nada! —Gritó Hada—Usted debe hacerlo. Flammer es el último de la dinastía Actecmer, si no lo ayuda y muere, usted será el único responsable de que una de las familias mágicas más antiguas de América desaparezca. Sin contar que dio su palabra de mago, y algo me dice que no lo hizo bajo juramento sabiendo que los traicionaría.
—Yo nunca traicioné a nadie. No les pude ayudar porque en Gran Bretaña también estábamos librando una guerra contra Voldemort. Si hubiera podido, les habría ayudado. Ellos lo hicieron con nosotros aun cuando no era su obligación.
—Por lo que usted queda con esa deuda, que es ahora cuando puede pagar. Ayude a Flammer para saldar su deuda. Nunca más regresaremos.
—Lo haré, pero sólo con él aquí. Así que ustedes deben irse. —Dijo Dumbledore lanzando una mirada que invitaba a irse a Hada y Herman. Los dos muchachos salieron dejando a Actecmer y al anciano solo.

Aproximadamente a las 5 de la mañana los muchachos seguían en el bosque prohibido hablando con los fantasmas que les dijo la madre del Slytherin.  Flammer tardó dos horas con Dumbledore, y cuando finalmente terminaron les dijo que tenía que hablar con ellos una vez terminado todo eso. Sólo les faltaban dos personas; Lord Voldemort o Tom Riddle y Arthur Delacour. El chico no les dijo a sus amigos los nombres, sólo vieron desfilar uno a uno las imágenes de los magos del pasado. Vieron a Bellatrix Lestrange tuvieron que convencerla de que no eran sangre sucias ni traidores. De hecho, se portó muy amable con Hada cuando escuchó su apellido. Con Herman fue indiferente al igual que con Flammer. De hecho, fue Sophia la que habló con ella, quien les enseñó todo lo referente a las tres maldiciones imperdonables y el cómo realizarlas con éxito incluyendo el que deben hacer para resistir las dos que se pueden. “Aunque les diga toda la teoría, deben prepararse físicamente para lograrlo, o serán más vulnerables que esas basuras sangre sucias y traidores a la sangre que tanto disfruté torturar”. Con Snape les enseñó y les dio trucos sobre el arte de las pociones y les explicó los detalles de la oclumancia y legeremancia “Artes tan perfectas que deben ser tratadas con el respeto de los mismos dioses. No cualquier imbécil las aprende y mucho menos domina” Les dijo Severus Snape. Todos los que pasaron les dieron meramente conocimiento teórico, excepto Lord Voldemort. Cuando apareció, un sujeto con cara de serpiente, calvo y con ojos rojos estuvo frente a ellos.
— ¿Quiénes son ustedes… y qué hago yo aquí? Estoy muerto…
—Saludos—Dijo Hada y Flammer haciendo una reverencia. —Señor Tenebroso. Hemos venido ante usted en busca de ayuda y respuestas.
— Decidme sus nombres, y ya sabré si ayudaros o no. —Contestó Voledmort observando a los muchachos.
—Soy Hada Sophia Delacour. Él es Flammer Actecmer y el otro joven es Herman DuMort. Todos somos sangre limpias, Mi Señor.
—Gracias, Hada. Y sí, sé que tú eres sangre limpia al igual que Flammer, pero tengo mis dudas respecto al otro.
—Soy de una familia de magos francesa. —Dijo Herman bastante pálido y nervioso.
—Al no poder probarlo, sólo hablaré con los otros dos humanos que están aquí presentes. ¿Qué es lo que buscan? —Preguntó el mago con rostro de serpiente.
—Mi madre, nos encomendó hablar con ustedes porque sabe que nos podría ayudar. Buscamos aprender el hechizo portal, el de vuelo sin escoba y sobre la creación de horrocruxes. —Habló Flammer quien se encontraba junto a Hada. Herman, por su parte, estaba sentado en una roca detrás de ellos a la expectativa de todo.

Eran ya las 7 de La mañana y debían regresar pronto al castillo. No pudieron hablar con Arthur Delacour porque el tiempo pasó demasiado deprisa, y tampoco podría regresar Flammer ahí, pues juró de manera inquebrantable con Dumbledore, que una vez contestado todo lo que él quisiera saber no regresaría. Flam, al no saber de qué trata eso, lo aceptó hasta que Hada le explicó. De camino al castillo Flammer, se pusó a contarles que le había dicho Dumbledore.
—Me explicó que dentro de la mansión que fue de mi familia reside un objeto bastante poderoso, pero que para eso necesito primero encontrar uno de los 3 objetos más poderosos del mundo mágico. “Obteniendo el poder de la muerte que reposa en el lugar paralelo al del muerto que habla en donde el rayo toca la mente humana, se podrá conseguir descifrar el significado de la antigua magia que protege la vida misma del espíritu familiar” Es algo confuso, pero me dijo que es mi deber no sólo encontrarla, si no hacerla mía, algo que, claramente, no entendí.
— ¿Y qué más te dijo? —Preguntó Hada claramente confundida.
—Nada, sólo que antes de atravesar los límites mágicos entre un sector y otro, debo buscar aquí para poder lograr el cometido. Es algo extraño, sabes, pero me agradan los retos.
—Lo sé. Sabes, más allá de lo que te dijo Dumbledore, estoy intrigada por lo que comentó Snape.
— “Ustedes pueden llevar este poder hasta en su bolsillo. Sólo deben buscar dentro de la mente de quien creen necesario” ¿eso? —Preguntó Herman quien caminaba lento y con la mirada distante, perdida en algún lado.
—Sí, Herm, esa misma. ¿Qué querrá decir? —Cuestionó Sophia a sus amigos y a ella misma.
—No lo sé, pero tengo una idea.
— ¿Cuál? —Se escuchó al unísono preguntar los dos alumnos de Ravenclaw.
—Lo que nos comentó Bellatrix Lestrange. Debemos comenzar a prepararnos y no despreciar la información que nos brindó. Nunca sabemos cuándo podemos necesitarla, así que opino que cuanto antes, mejor.
— ¿Y dónde? —Preguntó Herman que se incorporó a la plática después de su breve ausencia dentro de sí.
—Ahí mismo. Es un buen lugar, y no estaría violando lo que juré, ya que “Una vez contestadas tus preguntas, jamás volverás” y, obviamente, aún tengo que preguntar a Arthur muchas cosas. —Dijo Flammer y después de una breve reflexión los tres rieron. Eran un par de alumnos de primero y una chica de tercero que estaban ganando notoriedad en el colegio y durante el primer semestre de su estudio, lograron aprender más maldiciones que cualquier chico de 4to grado. Cuando llegaron al gran comedor, fueron a sentarse a la mesa de Ravenclaw, incluyendo Flam, lo cual causó bastante alboroto entre todas las casas pues jamás se había visto. El profesor Longbottom caminó hasta la mesa de los chicos de azul y le preguntó a Actecmer.
— ¿Qué está pasando aquí? ¿Estás perdido?
—No, profesor. Sólo he venido a sentarme con mis amigos que son de casa diferente. Hasta donde leí, no está prohibido, ¿o sí?
—No… no lo está. —Dijo Neville quien caminó algo aturdido por la respuesta hasta la mesa de profesores sentándose junto a la directora McGonagall.
Al otro extremo del gran comedor, estaban varios profesores viendo la particular escena de un Slytherin comiendo con Ravenclaw.
— ¿Qué opinas, Minerva? —Preguntó el jefe de la casa de Gryffindor.
—No lo sé… es extraño. Los tres son buenos amigos y buenos estudiantes, pero no puedo evitar pensar que Hada, siendo hija de un mortífago y que Flammer, el último de la casa Actecmer, de la cual, muchos dudamos que fueran magos de bien… No soy prejuiciosa, Neville, pero no me gusta mucho lo que pasa aquí. Debemos tenerlos bien vigilados. Es lo mejor, y sobre todo, evitar que ese chico DuMort siga indagando más de la cuenta.

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