domingo, 22 de marzo de 2015

Capítulo III: Las dos familias.


La primera clase que tendría era defensa contra las artes oscuras a las 11 de la mañana. Ese día, Flammer, se le levantó a las 8 de la mañana y se metió a bañar con la esperanza de que sus compañeros aún no se despertaran. El agua estaba sorpresivamente caliente (esperaba que estuviera helada al estar bajo el lago). Se vistió poniendo su ropa muggle (pantalones de mezclilla negros y una playera también negra) y su túnica encima. Se sentía más cómodo de este modo. También vio que en su mesa de noche estaba una corbata verde con plateado y un escudo de la casa Slytherin. “Alguien debió dejarlo en la noche o no me di cuenta ayer que ya estaba ahí” se dijo a si mismo quitándoles importancia, tomándolas y poniéndoselas. Eran las 8:30 cuando terminó de arreglarse listó para ir al gran comedor. Sus clases empezaban antes de mediodía así que tendría un poco de tiempo para rondar por el castillo y conocerlo un poco más. Al llegar a la sala común observó que en el tablón de anuncios estaban pegadas varias copias de los horarios de todos los grados. Él tomó uno de primero junto a un mapa del castillo con la esperanza de poder entenderlo y no perderse, pues tuvo un poco de tiempo para apreciarlo de lejos la noche anterior mientras navegaba en los botes y se dio cuenta de que era mucho más inmenso de lo que imaginó. Salió de la sala y fue rumbo a desayunar. Al entrar se dio cuenta que no era el único que había madrugado, por lo que se sintió un poco intimidado pero decidió no prestar atención a los demás y fue directo a la mesa de Slytherin. Una vez ahí se sirvió un poco de fruta, jugo de calabaza y panqueques en silencio. Levantó un poco la vista y vio que estaban llegando cada vez más, todos algo callados, ya fuera por la pereza o por estar recién levantados, hasta que un ejército de aleteos rompió el escaso silencio, siendo una parvada de lechuzas las que entraban dejando caer sobres y paquetes en todas las mesas. Sin prestarles atención siguió comiendo hasta que sintió que alguien le miraba. Volteó a la mesa de Ravenclaw y pudo observar a la misma chica de anoche viéndole de reojo. Sintiéndose un poco extraño decidió salir a toda marcha del gran comedor para dirigirse al lago y tomar un poco de aire, así como sentirse un poco más tranquilo de la emoción del colegio y nerviosismo que aquella muchacha le causaba antes de entrar a su primera clase. Al llegar al vestíbulo caminó rumbo a los terrenos guiándose en el mapa que había recogido. No le tomó mucho tiempo llegar al lago. Sintiéndose un poco más relajado, se sentó a la base de un gran roble y decidió contemplar el paisaje durante un tiempo considerable. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no escuchó como alguien se acercaba hacía donde él estaba.
—Ese es mi árbol, niño. —Dijo Hada Delacour haciendo que Flammer se sobresaltara y dejará caer al suelo su mapa y horario.
—Oh sí, claro. Lo lamento. No sabía. Sólo estaba pasando el tiempo en lo que llega mi primera clase. ¿Hada, cierto?
—Sólo mis amigos me dicen Hada. Para ti soy Sophia Delacour, ¿entiendes?
—Sí, claro, Sophia. Bueno, creo que debo irme.
—Claro que no. Apenas son las 9:30, tu primera clase es en una hora y media.
—Sí, pero quiero conocer un poco más el colegio. No quiero rumbo a mis clases.
—Debes aprender a mentir mejor. Las serpientes se caracterizan por eso.
—Claro, tomaré en cuenta tu consejo, ahora, me voy. —Dijo Flammer tratando de sonar firme y sin la sensación de nerviosismo que aquella muchacha le hacía sentir.
— ¿De dónde eres? Desde que te vi ayer en el Gran Comedor noté que eres extranjero. Aparte tu acento es diferente.
—Sí, tienes razón. No soy de Inglaterra.
—Eso lo sé. Tu apellido me suena familiar. Sé que lo leí en alguna parte.
—Yo tampoco se de mí y no me importa que los demás sepan aún menos, y de hecho entre menos lo hagan, mejor.
— ¿Y? ¿Crees que me importa? De verdad, niño, no por ser de otro país eres más importante.
—Bueno, ahora si me voy. Quiero conocer el castillo y tú francamente no ayudas en absolutamente nada. —Dijo Flammer dando medio vuelta antes de ser detenido del hombro.
—Me pareces familiar… Ven, te acompañaré al castillo. Sirve que lo conoces un poco más.
—Sabes, no es necesario.
—No te estoy preguntando. Vamos. —Dijo Sophia en un tono autoritario haciendo que Actecmer no pudiera decir que no. Este se agachó a recoger su mapa y horario para después alcanzar a Sophia que estaba un par de pasos más adelante que él.
— ¿A dónde quieres ir primero, niño?
— Al tercer piso, mi primera clase es defensa contra artes oscuras.
— ¿Y después que te toca? —Preguntó ella mientras caminaba y sin voltear la mirada.
—Historia de la Magia en el cuarto piso.
—Sí, sé dónde se dan las clases. Este es mi tercer año aquí.
—Bueno, yo sólo decía.
— ¿Y de dónde eres Flammer?
—De México. Nací ahí, y supongo que mis padres también lo eran, pero es extraño portar este apellido un poco anglosajón dentro de un país hispanohablante, y tú, ¿de dónde eres?
—Francesa.
— ¿Siempre eres así de callada?
—Bueno, aparentemente no más que tú, ¿o sí? —Contestó ella y siguieron su camino rumbo al tercer piso. Eran ya las 10:30 de la mañana y ellos caminaban por los pasillos del quinto piso mientras platicaban. Realmente era Flam quien hacía las preguntas respecto a las clases y maestros. Sophia prácticamente se limitaba a responder y a evadir cualquier tipo de pregunta que le hiciera. El tiempo comenzó a ir más aprisa sin siquiera notarlo y cuando menos lo esperaba ya faltaban 5 minutos para su primer clase.
— ¡Sophia! Debo irme, no quiero llegar tarde a mi primer clase.
—Claro, niño. Yo igual iré a la mía. —Dijo ella y ambos se despidieron. A Sophia le tocaba historia de la magia y a Flammer defensa contra las artes oscuras. Flam se fue corriendo rumbo al salón y al llegar notó que sus compañeros aun no entraban, estaban esperando entrar al salón. — ¡Carajo! Olvidé mi mochila. — dijo Flammer mientras corriendo de nuevo hacía la sala común para subir a su habitación e ir por mochila, pergaminos, pluma y tinta. Mientras subía a toda prisa chocó con alguien pero le quitó la importancia y sin siquiera disculparse siguió su camino. Al llegar a clase (5 minutos después de la hora) entró al salón apurado y sentándose en una banca con un chico de Gryffindor, con quienes compartían clase.
— ¿Ha dicho algo el profesor? —Dijo Flammer al muchacho con quien se había sentado.
—No, aun no… ¿quién eres? —Preguntó el chico.
—Ah, soy Flammer. ¿Y tú?
—Xavier Allan.
—Mucho gusto, Xavier. —Dijo Flammer quien tuvo que callar en ese momento cuando entró el profesor.
—Buenos días, jóvenes. Soy Ignatus McGinell y seré su profesor de defensa contra las artes oscuras. Ahora, ¿qué son las artes oscuras? Es todo tipo de magia creado por magos oscuros que tienen como objetivo la realización de magia oscura o prohibida para un beneficio personal o incluso colectivo, que en muchas ocasiones sale mal y puede terminar afectando a terceros. Hay grandes magos tenebrosos como lo fueron en el siglo XX Gellert Grindelwald o Tom Riddle, pero debemos retomar lo que es la historia. Se cree que el primero de todos ellos fue…
— ¡Herpo el Loco! —Dijo Flammer levantando la mano.
— ¡Muy bien, chico! ¿Cuál es su nombre y de que casa es?
—Flammer Actecmer y soy de Slytherin.
—Excelente, 5 puntos a Slytherin. Y dígame, ¿cómo sabe que él fue el primer mago tenebroso de la historia?
—Bueno… durante el verano, cuando fui a comprar mis libros, estuve leyendo el de esta asignatura y vi el nombre de ese mago y como me pareció chistoso, llamé así a mi gato.
—Bueno, eso está bien. Ahora, retomando la clase. Se cree que Herpo el Loco fue el primer mago de este tipo. Pero, así como ellos crean magia maligna para destruir, nosotros, los defensores, tenemos métodos para repelerla, y es exactamente eso lo que les enseñaremos. Daremos breves repasos a la magia tenebrosa y sus formas de evadirla y combatirla en caso de ser necesario. Ahora, quiero que todos saquen sus varitas. Como esta clase se necesita ser más práctico que teórico, aprenderemos un hechizo simple que, a esta edad, les servirá de mucho. Todos moverán la varita y dirán “Flipendo”. Dijo el profesor y seguido se escuchó el mover de las butacas y a los alumnos empuñando su varita y diciendo lo que el maestro les había dicho. No muy convencido, Flammer levantó la suya y dijo “Flipendo” haciendo que un golpe invisible saliera tumbando al profesor, quien se levantó sorprendido.
— ¡Perfecto! Muy buen trabajo, Flammer. 5 puntos para Slytherin. Ahora, sigan practicando. Flammer se quedó sorprendido por lo que acababa de hacer y decidió seguir practicando, resultando que cada hechizo era mejor y más potente, hasta que el maestro materializó una enorme roca circular la cual dijo que deberían mover con el encantamiento flipendo. Formó una fila y uno a uno fue pasando. Algunos la lograban mover un par de centímetros y otros solo la hicieron retumbar del golpe. Cuando llegó el turno de Flammer, este logró hacer que la piedra se moviera aproximadamente un metro, lo que hizo que Ignatus se sorprendiera por la habilidad mágica que había presentado. Al finalizar la clase, Slytherin salió con 20 puntos (15 de Flammer y 5 de una joven que logró empujar la roca 50 cm) y la frente en alto al ser buen inicio de semana.

Flammer fue al baño antes de ir a su siguiente clase, lo que le costó un par de minutos haciendo que llegara tarde y entrando apurado al salón (ya dos veces este día, pensó y se río consigo mismo). Al entrar al salón se sentó junto a un mucho de Ravenclaw.
— ¿Ha dicho algo ya el… maestro? —Dijo Flammer sorprendido al ver un fantasma frente a la clase y más sorpresivamente al notar que estaba dormido.
—No, aun no dice nada. Ha estado dormido desde que llegamos.
— ¡Vaya suerte! La clase que más me interesaba; la imparte un fantasma que encima se duerme.
—Disculpa, ¿tú cómo te llamas? —Preguntó el chico de Ravenclaw algo curioso.
—Oh, perdón. Soy Flammer Actecmer. ¿Y tú?
—Herman DuMort.
— ¡Vaya nombre más raro!
— ¿Me dices eso tú a mí? ¿Te das cuenta que nadie en el colegio tiene tu apellido y que es de una familia de magos extinta? —En ese momento Flammer quedó con la cara pálida y con un vacío completo le inundó.
— ¿Pasa algo? —Preguntó asustado Hernan.
— ¿Dónde leíste eso de mi supuesta familia?
— Espera, ¿por qué supuesta?
—Bueno… yo vivo con mis padres adoptivos.
— ¿Adoptivos? ¿De dónde eres Flam?
—Bueno, viví en México…—Dijo Flammer y se puso a explicarle a DuMort sobre su vida, quien escuchaba atento sin perder un solo detalle y con cara de querer recordar algo. Al terminar de hablar, se quedó callado un momento y dijo.
—Flammer, tengo una idea. Tú ven. —Ambos se levantaron para la sorpresa de todos y fueron con el profesor Binns a quien despertaron.
— ¿Qué pasó jóvenes? —Preguntó el fantasma que trató de recobrar una compostura que durante la media hora que llevaba la clase no había tenido.
—Señor, estaba charlando con mi compañero y me pareció curioso su apellido, ya que recuerdo haber leído en algún libro sobre magos latinoamericanos algo relacionado con ese nombre y me gustaría saber si usted nos puede explicar. —Dijo el chico de Ravenclaw haciendo que el profesor se pusiera recto y con la transparente cara iluminada pues no era muy común que estudiantes, y menos de primero le preguntaran.
—Por supuesto, muchacho. Y dígame, ¿cuál es su apellido?
—Es Actecmer, profesor.
—Actecmer… ya veo… Si. Sé un poco sobre el apellido de esa casa de magos. Verá; aunque en Latinoamérica no hay un registro exacto de cuantos magos hay, se sabe que existe una de las poblaciones mágicas más grandes solo después de la europea y asiática. Durante los años de 1550, cuando la conquista en México ya había acabado y las primeras misiones muggles para evangelizar a la población nativa comenzaron y en ellos llevaban magos y brujos que, aunque no lo sabían, los ayudaban. Debemos recordar que antes, la iglesia católica, la que profesaban y seguían los españoles, quemaba a todo aquel acusado de brujería o cosas por el estilo. El primer mago que se asentó ahí fue Carlos de la Higuera, en el año de 1551 en Nueva España. Ahí estableció de manera oculta una taberna para magos que llegaban de Europa, entre los cuales se sabe que llegó Frank Actecmer, un mago francés que huyó de Francia a España durante el conflicto de la guerra de los 100 años, que afectó a muggles y magos por igual el cual se creía era un mago tenebroso o un vampiro (la segunda se descartó pues se vio de noche), ya que vivió 175 años con la apariencia de tener 40. Aquí estableció una familia y una comunidad mágica en la ciudad de Tepic, Nayarit me parece, en el reino de la Nueva Galicia. Ahí llegaron bastantes familias de magos que inconformes con el estatuto internacional del secreto, buscaron un refugio en un Estado donde no hubiera ministerio que los controlara, lo que resultó contraproducente a la larga. En 1775, cuando la guerra de independencia de Estados Unidos comenzó, muchos magos decidieron ir hacía allá para establecer casas y terrenos que, una vez triunfada la guerra, se les quedarían y poder construir ahí mansiones, sin embargo la familia Actecmer, que en ese momento ya era la más poderosa casa de magos del virreinato de la Nueva España, se quedó hasta que se vieron obligados a moverse en 1810, cuando la independencia estalló en México. Ahí fueron hacía Guadalajara, donde la violencia era menor y pudieron restaurar el poder que tenían, lo que no sabían es que la familia mágica reinante ahí, los Hillers, era de sangre puras supremacistas y magos tenebrosos que no los tomaron bien, pues los veían como un peligro, lo que los conllevó a que desataran una guerra entre los miembros familiares. Se estima que cada familia tenía un total de 200 miembros por cada una, viviendo en mansiones ocultas a los muggles. Estas batallas fueron meramente teóricas, pues nunca entraron en conflicto real hasta la década de 1950 cuando un conflicto de interés económico se hizo evidente; se creía que en la mansión Actecmer se había desarrollado una piedra filosofal, capaz de transformar metal en oro, proveer la vida eterna e incluso mejorar las habilidades mágicas, por lo que los ataques comenzaron. Casi 50 años después, la guerra seguía y los Actecmer, con ya solo 5 miembros decidieron abandonar su mansión y vivir en la clandestinidad, dónde fueron asesinados en diciembre de 1999 acabando con el legado de la familia de magos latinoamericana más antigua. Sin embargo, si dice que lleva el apellido, puede que usted sea el último miembro, pues cuando abandoron su hogar, el agosto de 1999, Hilda Actecmer estaba embarazada. Ese mismo mes, fue asesinado Eiven Actemer, esposo y jefe de la casa al ser el hermano mayor de los sobrevivientes. Sería cuestión de examinar su historia en el orfanato para descubrir si usted es el último heredero de los Actecmer y poder reclamar el supuesto tesoro que dejaron. —Terminó de decir el profesor Binns y Flammer junto a Herman fueron a sentarse.
— ¡Apuesto a que eso no lo esperaba! —Dijo el Raven bastante feliz.
—Sí, tienes razón. No esperaba descubrir sobre mi familia biológica y menos en mi primer día de clases.
—Así es el mundo mágico, un verdadero misterio lleno de misterios que resuelven otros.
—Ya vi. —Dijo Flammer quien río un poco junto a Herman.
—Oye, disculpa, ya vi que eres bastante inteligente, así que dime, ¿qué sabes de la familia Delacour?
— ¿Los Delacour? Bueno, son bastante famosos allá en Francia. Una familia de veelas cuya primogénita se casó con un mago sangre pura de aquí de Inglaterra apellidado Weasley, aunque también hay otra familia con el mismo apellido que se cree no tienen parentesco. Esos otros Delacour participaron en la guerra contra Lord Voldemort.
—Espera, ¿quién es Lord Voldemort? —Preguntó Flam a Herm quien siguió contestando a sus preguntas el resto de la clase.

Hada Sophia Delacour estaba sentada en el roble junto al lago. Eran las 16:00 y acaba de terminar de tomar la comida. Estaba descansando y pensando en cosas en la que no había pensado durante ya algo de tiempo y que ese chico de primer año le hizo recordar cuando habló de su apellido, familia y que no sabía exactamente de donde venía. Ella fue criada por su madre; una hermosa mujer con cualidades ocultas que siempre le dijo “No debes hablar de lo que mami puede hacer delante de gente que no sea como nosotros porque podemos tener problemas y yo no quiero alejarme de ti”. Era huérfana de padre; un mortífago, que le fue fiel a Voldemort durante toda su vida, llamado Arthur Delacour, que había muerto cuando Hada acababa de nacer. Escapó de Azkaban el mismo día que le dictaron sentencia pero fue seguido por los aurores quienes acabaron con él en un duelo en una isla del atlántico norte, donde se refugiaba junto a Jaquelin Wizmet y Terga Tristat. Se dice, según el reporte de los aurores que fueron por ellos, que opusieron tal resistencia, que el duelo duró más de 15 horas seguidas, hasta que lograron derrotarlos, pero antes de lograr detenerlos, se suicidaron usando maldiciones asesinas contra ellos mismos, sin embargo jamás encontraron el cadáver de Arthur porque se cree que cayó al océano y que pudo ser devorado por algún animal. La realidad es, que tras ese ataque, huyó por medio de aparición hasta una casa de seguridad donde usó un medio no reconocible para llegar con su esposa, la madre de Hada quien estaba embarazada. Huyeron al bosque para evitar ser encontrados, pero durante el parto hubo un expulso de magia por parte de la mamá de Sophia, que lo mató. Su madre, llena de remordimiento y el recuerdo de su esposo, le contaba a menudo como era. En parte para recordarlo y para que ella lo pudiera conocer un poco. “Un hombre inteligente, de hecho tan inteligente como malvado. No le tenía miedo a la muerte, solo temía al encierro y a perdernos. Éramos su adoración. De carácter duro y obstinado, siempre luchó hasta el final junto a Voldemort. Creía en la superioridad mágica sobre los muggles y en la pureza de la sangre, algo que tú no debes olvidar tampoco.” Decía Grinza, el nombre de su mamá. Esta le enseñó cientos de hechizos y maldiciones para que nadie la tocara jamás. “Debes honrar la memoria de tu padre. Él era un hombre fuerte, tú debes ser igual. Nunca debes doblegarte ante nada o nadie. ¿Llorar? Eso nunca. Antes perder los ojos o morir. ¿Enojarte? ¡Jamás! Eres más que los demás, no debes permitirte que ellos hagan que pierdas los estribos, no solo por ser mejor y superior, sino porque tu condición no te lo permite. Ambas tendríamos problemas”. Ella vivía junto a su madre en el Valle de Godric. Era duro para Grinza tener que vivir a un par de casas que “el mocoso Potter”, el causante principal de la muerte de su esposo. Sin embargo, guardaba las apariencias y ocultaba su apellido, ya que aquí era cuando surgía el predicamento:
Los Delacour eran dos ramas diferentes de familia. Por un lado, estaban los ricos y poderosos que tenían influencia en Francia y en su ministerio. Estos gozaban de tanto prestigio como los Malfoy en Inglaterra, y por otro lado, estaban los Delacour que vivían a la sombra y no por ser pobres exactamente, sino porque eran conocidos por ser practicantes abiertos de la magia oscura. Ambos descendían de la misma rama, pero los conflictos de la guerra de los 100 años los hizo separar caminos. Luis Delacour y Angèle Delacour eran hermanos, hijos de Anne-Marie Delacour y Mabel Delacour, quienes al nacer durante el periodo de la guerra tuvieron que huir hacía Inglaterra para salvarse. Estos se establecieron en Cambridge, pero Luis decidió regresar a Francia para tratar de ayudar a restaurar el orden. Su hermana, destrozada, lo siguió un par de días después. Al llegar, se dieron cuenta que la situación estaba peor de lo que pudieron pensar así que él regresó a la isla, pero ella se quedó con la intención de prestar ayuda a los francos, estableciéndose en Domrémy, donde, por medio de la maldición imperio y el poder de la oclumancia, logró convencer a una joven de que “Dios” le hablaba y guiándola en el camino de la guerra para salir victoriosa en la liberación de Orleans. Lo que no pudo prever, aun con sus grandes poderes, fue de la envidia de los demás militares de alto rango hacía esta joven y que su propio hermano se había unido al ejercito inglés en un intento de recuperar los honores de su familia que la guerra les quitó. Cuando la batalla de Compiègne ocurrió en el año de 1430, los dos hermanos se encontraron el uno al otro, donde, Luis, al ver que su hermana Angèle estaba haciendo uso de magia oscura, la retó a un duelo donde ambos combatientes ofrecieron lucha, sin embargo, Angèle, tenía un año entero prácticamente maleficios y hechizos en batalla para ayudar a los francos, por lo que ganó fácilmente a su hermano, dándole la oportunidad, de unirse a su verdadera patria o acabar con el lazo familiar de una vez por todas. Este evento, llevó a la ruptura familar de los Delacour, haciendo que cada uno tomara caminos diferentes. Esto fue el inicio de la clandestinidad para unos y el apogeo para otros. Luis fue recibido de manera calurosa en Inglaterra, mientras que Marie, al terminar la guerra, se dedicó a la enseñanza mágica a sus hijas e hijos quienes fueron educados bajo el odio hacía los “Delacour traidores”. Al finalizar la guerra, el hermano de Angèle regresó a Francia con un terreno bastante amplio regalado como paga por parte de los ingleses, donde comenzó a construir la actual mansión donde vive la familia descendiente, los Delacour reconocidos siendo famosos por la belleza de las féminas de la familia, entre las que destaca Fleur y su abuela que fue veela, mientras tanto, los descendientes de Angèle vivieron de manera oculta en los bosques hasta 1850 cuando decidieron ir a Inglaterra donde adquirieron notoriedad y un poder amplio gracias a la amistad con los Malfoy y los negocios sucios en Gringotts, así, al llegar la primera guerra mágica en medio del poder de Voldemort, Arthur se unió a él, con la esperanza de acabar con la otra parte de la familia, sus parientes por parte de la fundadora de su casa o de la rama de esta.

Le era difícil pensar en todo esto, pues sabía cuál era su objetivo más no como lograrlo. Cuando se disponía a irse vio que alguien se acercaba y logró distinguirlo a lo lejos: ese muchacho de nuevo y acompañado por alguien más.
— ¡Hey, Sophia! —Gritó Flammer agitando la mano. —Mira, te presento a Herman DuMort. Es de tu misma casa pero de primero.
—Sí, lo vi anoche cuando llegó con el prefecto.
— ¿Tú eres Hada Sophie, verdad? —Preguntó Herman.
—Exacto, ahora si me disculpan, tengo que irme.
— ¡Espera, Sophia! Debo contarte algo. —Dijo Flammer quien, acompañado de Herman, le contaron a Hada todo lo que Binns había dicho sobre la familia Actecmer y la historia que detrás de su apellido.
— ¿Así que vienes de una antigua familia mágica latinoamericana? Ya decía yo porque el sombrero seleccionador te habría puesto en Slytherin… era obvio. —Dijo Sophia tratando de ocultar la sorpresa
—Bueno, obvio para ti, porque para nosotros dos no, y menos el imaginar que Flammer puede ser rico sin siquiera saberlo. —Dijo Herman mientras Flam enrojecía un poco por el comentario y la posibilidad.
—En todo caso, no puedo viajar a México a averiguarlo, no hasta que tenga 17 años.
—Pues entonces esperaremos ese tiempo. Quiero conocer sobre esos tal Hillers así como ver las mansiones de esas familias. —Dijo sorpresivamente Delacour quien se encontraba a la expectativa de todo.
—Pero por ahora el único lugar al que iremos será al gran comedor, dijo Herman y los tres fueron a tomar un poco de té y comer. Ya estando ahí, Flammer, con bastante pena, se sentó en la mesa de Ravenclaw para la sopresa de todo, pues, si bien no estaba prohibido, tampoco era casual. Hablaron un poco de todo y pasaron el resto del día juntos, algo que sorprendió de manera directa a ambas casas. Al caer la tarde fue al gran comedor de nuevo donde cenó en la mesa de Slytherin conociendo a Cormarc McLaggen, un chico de 4to año con quien se llevó bastante bien. Fueron juntos a la sala común. Cuando Flammer entró al baño fue abordado por el prefecto Jackers, quien levantándolo del cuello y con tono amenazante se dirigió a él.
—Escúchame, pequeño gusano. No sé quién eres y mucho menos que haces aquí. Esta casa no es tu lugar. Aquí en Slytherin solo estamos los sangre pura, y ahora quiero que me prestes atención; aléjate de Hada Delacour si sabes lo que te conviene. No es bueno que llames tanto la atención, y si no quieres terminar con un cruciatus, es mejor que la dejes ahora. —Dijo y lo estrelló contra la pared y lo dejó caer. Francamente quedó aturdido y sorprendido por tal acto, pero esa advertencia, si así se le podía llamar, le hizo entender algo, una cosa que no sentía desde sus tiempos de orfanato. Sintió como su corazón y su cabeza se llenaban de odio hacía aquel idiota que osó amenazarlo. Debía aprender magia para defenderse, y sabía perfectamente quien lo ayudaría. Decidió ir a dormir sin decir. En su dormitorio aun no estaban sus compañeros así que no le importó desnudarse y cambiarse para meterse a dormir. “Ese idiota de Jackers me las pagará y se arrepentirá de haberse metido conmigo” dijo así mismo antes de ir a dormir.

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