Hada le había dicho a Flammer que comenzaría su viaje
una vez acabaran las vacaciones de verano y él regresara al colegio, para así
poder pasar tiempo juntos. Pasaron las vacaciones en casa de Sophia. Una vez a
la semana, Herman iba con ellos al igual que Marian, cuyo padre al enterarse
que podía escupir fuego por la boca y controlar las llamaradas con las palmas,
se volvió un poco más flexible en ciertos aspectos. Todos esos eventos
ocasionaron que la relación entre los 4 amigos fuera mucho más sencilla y que
no tuvieran que alejarse del todo de sus familias durante vacaciones de verano.
Todo estaba viento en popa, con la excepción de la inminente partida de Hada y
que su madre ya le había dado el permiso, sin embargo, esta se negaba a decirle
donde estaba la base donde su padre trabajó y a que peligrosos o protecciones
debería enfrentarse una vez llegara ahí. Esto no molestó a su hija, pero si al
novio porque decía que eso sólo aumentaba el peligro de dicha aventura.
—Vamos, cariño. No te preocupes. Sabes que soy una bruja excepcional y que no hay peligro al que no pueda hacerle frente. Tú mismo lo has visto. Somos los mejores de nuestra generación y los magos más poderosos que el mundo vea en al menos 100 años. —Le dijo Hada a Flam, una noche después de cenar mientras platicaban en la habitación de ella.
—Lo sé, de eso estoy seguro, pero no puedo evitar pensar que hay cosas que desconocemos y que sería mejor si todos te acompañáramos. ¿Sabes lo frustrante que es todo esto? El pensar que puedes hacerte daño por x o y, y que no tengas ayuda o alguien en quien confiar.
—Sí, sé que piensas mucho en eso, pero es también una parte del porque lo hago; conocer lo desconocido y poder compartir todo ese conocimiento contigo, Marian y Herman. Sería algo espectacular, pero sobre todo, descubrir quien fue quien me mandó ese misterioso cuaderno que he guardado durante 3 años.
—Eso lo entiendo, lo que sigo sin lograr comprender es por qué tan lejos, ¿por qué escoger esos bosques escoceses? —Preguntó Flammer cada vez más frustrado por una conversación que iba sin un rumbo y que no llegaría a nada.
—Porque tengo una corazonada. ¿Recuerdas las vacaciones de verano pasadas cuando en tu casa comenzamos a beber whisky escoses? Durante esos momentos, tuve una visión muy fugaz de una cueva escondida entre los árboles y arbustos. ¿Pero dónde podría estar? Fue ahí cuando el razonamiento llegó; ¿por qué no sentí lo mismo con el vodka que es ruso, la cerveza alemana, el tequila mexicano o el ron cubano? ¡Fácil! Porque en ninguna ubicación de esas se encuentra y la conexión con mi padre me lo reveló. —Dijo Hada con una ligera sonrisa en la cara que sólo hizo molestar más a Flam.
—Cariño, ¡estabas ebria! Estábamos ebrios. Eso no significa nada realmente. Debes entender que estás lanzando una moneda al aire, o peor, muchas y piensas que todas caerán lo que escogiste.
—Sea cosa del azar la ubicación que escogí o la tenga bien premeditada, estoy segura que es ahí donde deberé viajar y no diré más al respecto. —Terminó Hada de decir y acto seguido, para tratar de hacer que su novio no se frustrara tanto, le plantó un beso en los labios. —Ya verás que todo saldrá bien. —Terminó de decir sin saber ella si de verdad eso pasaría.
—Vamos, cariño. No te preocupes. Sabes que soy una bruja excepcional y que no hay peligro al que no pueda hacerle frente. Tú mismo lo has visto. Somos los mejores de nuestra generación y los magos más poderosos que el mundo vea en al menos 100 años. —Le dijo Hada a Flam, una noche después de cenar mientras platicaban en la habitación de ella.
—Lo sé, de eso estoy seguro, pero no puedo evitar pensar que hay cosas que desconocemos y que sería mejor si todos te acompañáramos. ¿Sabes lo frustrante que es todo esto? El pensar que puedes hacerte daño por x o y, y que no tengas ayuda o alguien en quien confiar.
—Sí, sé que piensas mucho en eso, pero es también una parte del porque lo hago; conocer lo desconocido y poder compartir todo ese conocimiento contigo, Marian y Herman. Sería algo espectacular, pero sobre todo, descubrir quien fue quien me mandó ese misterioso cuaderno que he guardado durante 3 años.
—Eso lo entiendo, lo que sigo sin lograr comprender es por qué tan lejos, ¿por qué escoger esos bosques escoceses? —Preguntó Flammer cada vez más frustrado por una conversación que iba sin un rumbo y que no llegaría a nada.
—Porque tengo una corazonada. ¿Recuerdas las vacaciones de verano pasadas cuando en tu casa comenzamos a beber whisky escoses? Durante esos momentos, tuve una visión muy fugaz de una cueva escondida entre los árboles y arbustos. ¿Pero dónde podría estar? Fue ahí cuando el razonamiento llegó; ¿por qué no sentí lo mismo con el vodka que es ruso, la cerveza alemana, el tequila mexicano o el ron cubano? ¡Fácil! Porque en ninguna ubicación de esas se encuentra y la conexión con mi padre me lo reveló. —Dijo Hada con una ligera sonrisa en la cara que sólo hizo molestar más a Flam.
—Cariño, ¡estabas ebria! Estábamos ebrios. Eso no significa nada realmente. Debes entender que estás lanzando una moneda al aire, o peor, muchas y piensas que todas caerán lo que escogiste.
—Sea cosa del azar la ubicación que escogí o la tenga bien premeditada, estoy segura que es ahí donde deberé viajar y no diré más al respecto. —Terminó Hada de decir y acto seguido, para tratar de hacer que su novio no se frustrara tanto, le plantó un beso en los labios. —Ya verás que todo saldrá bien. —Terminó de decir sin saber ella si de verdad eso pasaría.
Como todo lo que no quieres que pase pero es
inevitable que así sea, el fin de las vacaciones de verano llegó acompañado del
«hasta luego» de alrededor un año o incluso más. Los 4 amigos se encontraron en
la plataforma 9 ¾ el día primero de septiembre. Acordaron llegar a las 9 de la
mañana para poder despedirse del todo bien y a su vez, evitar problemas con el
tráfico muggle que cada mañana era una pesadilla para los londinenses. Hada y
Flammer llegaron juntos, tomados de las manos llamando con la varita en una
funda de cuero que iba amarrada a la pierna que Hada le regaló a Flam en navidad
para que fuera más fácil sacarla a la hora de un combate. Al atravesar la
plataforma vieron que Herman y Marian estaban hablando muy cerca el uno del
otro pero se separaron en cuanto los vieron.
—Buenos día, niños. ¿Listos para comenzar su 6to año en Hogwarts? —Preguntó Hada en un tono de ironía que sabía les molestaría.
—Vamos, no te hagas la graciosa. No eras tan mayor a diferencia de nosotros. Sólo por dos años. —Dijo Herman.
—Sí, y esos dos años me hacen poder disfrutar el no tener que soportar a los profesores y me da la libertad de hacer esto. —Dijo Hada y apuntando con la varita, soltó un par serpentinas sobre la cabeza de Herman.
—Nosotros el siguiente año ya podremos realizar magia fueran del colegio.
—Pero por ahora siguen siendo unos niños pequeños e indefensos ante los ojos de una joven adulta como yo. —Dijo riendo. —De verdad chicos, los voy a extrañar.
—Nosotros a ti, Hada. —Dijo Marian. —El colegio estará incompleto a partir de ahora. ¿Qué será del temido y respetado cuarteto de Hogwarts? Pero pronto dejará de ser sólo de ahí para que el mundo entero conozca nuestros nombres.
—No estoy muy segura de que pasó con la Marian que conocí, pero siento que todos tuvimos la culpa de ese cambio de actitud. —Dijo Hada haciendo que todos rieran por una verdad evidente.
—Todo tiene que pasar, pero esto no es un adiós, sino un hasta luego y sobre todo, una forma de desearle éxito y suerte a nuestra gran amiga. —Dijo Flammer quien se notaba más triste que todos.
—Interesante… esto me recuerda a aquel libro que Flam tiene en su cuarto pero si cambiamos un par de palabras queda perfecto. Hada, un viaje inesperado. —Dijo Herman en referencia al libro del Hobbit de Tolkien. —Y de hecho es coherente; Hada tiene estatura de hobbit.
—Pero la belleza de un elfo. —Continuó Flam a quien una sonrisa se le dibujó.
—Y la malicia de un enano. —Dijo entre risas Marian.
—Y el poder de Sauron si siguen con sus cosas, así que será mejor que ya no digan nada más. —Remató Hada a quien la risa le traicionó demostrando que realmente la pasaba bien. El tiempo avanzó tan deprisa que no lo sintieron y cuando menos lo esperaban, sólo faltaban 15 minutos para las 11 y el andén estaba atiborrado de magos. Los que ya habían estudiado ahí antes y los de nuevo ingreso. Estos se veían pequeños y frágiles, tanto que les fue inevitable pensar en ellos mismos cuando recién entraron. Entre el bullicio, los cientos de animales, alumnos baúles y demás cosas, notaron a Tori Black que hablaba con la pequeña Mabel Trump que pasó a segundo año. Tratando de evadirla en su totalidad, se despidieron de Hada, subieron al tren y al cabo de un par de minutos, este comenzó a avanzar. Desde las ventanas siguieron dando despedidas con las manos hasta que el tren se perdió al tomar la curva. Hada salió de la plataforma y caminó hasta un callejón donde desapareció para llegar a su casa. Subió a su habitación, tomó una mochila que se colgó en la espalda y bajó a la sala de estar, donde Grinza se encontraba tomando una taza de té.
—Ya es hora, madre. Nos vemos luego. —Dijo a su madre quien ni siquiera volteó a verla.
—Hija. Antes de irte… La cueva se encuentra detrás del octavo roble donde el primer rayo de la última hora se refleja tras el segundo espejo del alma. Ten cuidado, porque podrías no encontrarlo jamás si fallas la primera vez. —Contestó su madre quien se levantó y sin mirarla, subió las escaleras. Hada, viéndola, caminó hasta el recibidor de la casa y desapareció.
—Buenos día, niños. ¿Listos para comenzar su 6to año en Hogwarts? —Preguntó Hada en un tono de ironía que sabía les molestaría.
—Vamos, no te hagas la graciosa. No eras tan mayor a diferencia de nosotros. Sólo por dos años. —Dijo Herman.
—Sí, y esos dos años me hacen poder disfrutar el no tener que soportar a los profesores y me da la libertad de hacer esto. —Dijo Hada y apuntando con la varita, soltó un par serpentinas sobre la cabeza de Herman.
—Nosotros el siguiente año ya podremos realizar magia fueran del colegio.
—Pero por ahora siguen siendo unos niños pequeños e indefensos ante los ojos de una joven adulta como yo. —Dijo riendo. —De verdad chicos, los voy a extrañar.
—Nosotros a ti, Hada. —Dijo Marian. —El colegio estará incompleto a partir de ahora. ¿Qué será del temido y respetado cuarteto de Hogwarts? Pero pronto dejará de ser sólo de ahí para que el mundo entero conozca nuestros nombres.
—No estoy muy segura de que pasó con la Marian que conocí, pero siento que todos tuvimos la culpa de ese cambio de actitud. —Dijo Hada haciendo que todos rieran por una verdad evidente.
—Todo tiene que pasar, pero esto no es un adiós, sino un hasta luego y sobre todo, una forma de desearle éxito y suerte a nuestra gran amiga. —Dijo Flammer quien se notaba más triste que todos.
—Interesante… esto me recuerda a aquel libro que Flam tiene en su cuarto pero si cambiamos un par de palabras queda perfecto. Hada, un viaje inesperado. —Dijo Herman en referencia al libro del Hobbit de Tolkien. —Y de hecho es coherente; Hada tiene estatura de hobbit.
—Pero la belleza de un elfo. —Continuó Flam a quien una sonrisa se le dibujó.
—Y la malicia de un enano. —Dijo entre risas Marian.
—Y el poder de Sauron si siguen con sus cosas, así que será mejor que ya no digan nada más. —Remató Hada a quien la risa le traicionó demostrando que realmente la pasaba bien. El tiempo avanzó tan deprisa que no lo sintieron y cuando menos lo esperaban, sólo faltaban 15 minutos para las 11 y el andén estaba atiborrado de magos. Los que ya habían estudiado ahí antes y los de nuevo ingreso. Estos se veían pequeños y frágiles, tanto que les fue inevitable pensar en ellos mismos cuando recién entraron. Entre el bullicio, los cientos de animales, alumnos baúles y demás cosas, notaron a Tori Black que hablaba con la pequeña Mabel Trump que pasó a segundo año. Tratando de evadirla en su totalidad, se despidieron de Hada, subieron al tren y al cabo de un par de minutos, este comenzó a avanzar. Desde las ventanas siguieron dando despedidas con las manos hasta que el tren se perdió al tomar la curva. Hada salió de la plataforma y caminó hasta un callejón donde desapareció para llegar a su casa. Subió a su habitación, tomó una mochila que se colgó en la espalda y bajó a la sala de estar, donde Grinza se encontraba tomando una taza de té.
—Ya es hora, madre. Nos vemos luego. —Dijo a su madre quien ni siquiera volteó a verla.
—Hija. Antes de irte… La cueva se encuentra detrás del octavo roble donde el primer rayo de la última hora se refleja tras el segundo espejo del alma. Ten cuidado, porque podrías no encontrarlo jamás si fallas la primera vez. —Contestó su madre quien se levantó y sin mirarla, subió las escaleras. Hada, viéndola, caminó hasta el recibidor de la casa y desapareció.
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